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Ubicado en La Rioja, el Monasterio de Albelda fue fundado en el año 924 por el rey García Sánchez I de Navarra, con el objetivo de consolidar la presencia cristiana en la región y fomentar la producción cultural y religiosa. Albelda se convirtió rápidamente en uno de los centros más importantes de producción de manuscritos en la región. Su scriptorium fue especialmente conocido por la creación de documentos históricos y litúrgicos, entre los que destaca el famoso Códice Albeldense, un compendio que reúne textos religiosos, históricos y jurídicos, siendo una de las principales fuentes de conocimiento sobre la historia de los reinos cristianos del norte de la península durante la Alta Edad Media.

El scriptorium de Albelda también fue un centro destacado de enseñanza, donde se formaban monjes copistas que aseguraban la continuidad del saber escrito. Los manuscritos producidos en Albelda incluían obras de carácter religioso, como misales y breviarios, así como documentos jurídicos que regulaban la vida monástica y las relaciones entre el monasterio y las autoridades civiles. Los copistas de Albelda eran conocidos por la precisión y claridad de sus textos, así como por las decoraciones sencillas pero efectivas que adornaban los márgenes de los códices.

El monasterio de Albelda también tuvo una función importante en la preservación de la memoria histórica de la región. Además de la copia de textos, los monjes de Albelda escribían crónicas que documentaban los acontecimientos del reino, contribuyendo a la construcción de una identidad colectiva para los cristianos del norte. La arquitectura del monasterio, aunque ha sufrido transformaciones a lo largo del tiempo, refleja la sencillez y austeridad propias de los primeros monasterios riojanos, siendo un lugar de recogimiento y estudio que dejó una huella significativa en la cultura de la región.