En pleno siglo XVII, en una España convulsa y enfrentada a múltiples frentes militares, nació uno de los proyectos cartográficos más ambiciosos de la Edad Moderna: el Atlas de Pedro Texeira. Concluido en 1634 por encargo de Felipe IV, este monumental códice reúne casi doscientas páginas iluminadas con vivos colores, oros y platas, que ofrecen un recorrido visual único por las costas de la península ibérica y Portugal. Más que un simple inventario de mapas, el atlas combina la precisión científica con un esplendor artístico que lo convierte en una obra doblemente fascinante: documento de consulta estratégica y joya cortesana destinada a maravillar al monarca.

Su innovadora perspectiva “a vista de pájaro” nos transporta al sobrevuelo imaginario de ciudades, puertos y paisajes, en una suerte de anticipo de la fotografía aérea. Para muchas localidades, estas vistas constituyen la primera imagen conocida, lo que otorga al atlas un valor histórico incalculable. Tras permanecer olvidado en Viena durante más de tres siglos, fue redescubierto a comienzos del siglo XXI y hoy lo podemos admirar gracias a la cuidada edición facsimilar realizada por la editorial Siloé.

En este apartado exploraremos su contexto histórico, su autor, su contenido artístico y la extraordinaria aventura de su redescubrimiento.


📽️ Video: Un viaje visual por el Atlas de Pedro Texeira

Adéntrate en una de las obras cartográficas más fascinantes del Siglo de Oro: el Atlas de Pedro Texeira, concluido en 1634 para Felipe IV. En este vídeo del canal Códices y Beatos exploramos la belleza y el significado de un atlas que combina precisión científica con esplendor artístico. Descubrirás sus mapas iluminados, sus escudos heráldicos, sus vistas “a vuelo de pájaro” y su función estratégica en un tiempo de tensiones militares. Una obra pensada tanto para informar como para maravillar al monarca. Justo después del vídeo encontrarás el contenido completo del apartado, donde ampliamos la historia, el contexto y el legado de esta pieza única.


Índice de Contenido

  1. Introducción
  2. Historia y contexto
    1. El proyecto cartográfico en la España del siglo XVII
    2. Encargo regio y desarrollo de la expedición
    3. Destino del atlas en la época
  3. El autor: Pedro Texeira
    1. Biografía
    2. Relación con João Baptista Lavanha
    3. Otros trabajos relevantes
  4. Descripción material del atlas
    1. Datos técnicos
    2. Estructura del atlas
    3. Estado de conservación
  5. Contenido del atlas
    1. Parte cartográfica
    2. Parte textual
    3. Innovaciones
  6. Análisis iconográfico y artístico
    1. Estética y estilo
    2. Valor científico y artístico
    3. Vistas destacadas
  7. El facsímil y la editorial Siloé
    1. Historia de Siloé
    2. Proceso de edición facsimilar
    3. Elementos adicionales
    4. Reconocimientos y premios
  8. Curiosidades y datos singulares
    1. Las embarcaciones
    2. Los escudos heráldicos
    3. Otras curiosidades
  9. Importancia y legado
    1. Relevancia en su tiempo
    2. Redescubrimiento y recepción moderna
    3. Lugar en la historia de la cartografía
  10. Bibliografía y fuentes
  11. Consideraciones Finales

1. Introducción

El Atlas de Pedro Texeira, concluido en 1634, es considerado una de las empresas cartográficas más ambiciosas y notables de la Europa del siglo XVII. Concebido por mandato de Felipe IV, llamado El Grande y El Rey Planeta, se erige como un testimonio excepcional del modo en que la cartografía se convirtió en un instrumento de poder, de conocimiento y también de representación simbólica en la España de los Austrias. La obra combina una precisión técnica inusual con un despliegue artístico de enorme belleza, lo que la sitúa en la frontera entre documento científico y pieza artística de primer orden.

Imagen de la Portada de la Descripción de España y sus costas de Pedro Texeira
Portada de la Descripción de España y sus costas

La singularidad del atlas reside en varios aspectos. En primer lugar, en su escala y magnitud: más de un centenar de mapas y vistas que recorren de manera sistemática las costas de la península ibérica y de Portugal, acompañados de un relato manuscrito que detalla características geográficas, económicas y sociales de cada región. Esta combinación de imagen y texto, concebida como parte de un mismo proyecto, otorga a la obra una riqueza sin precedentes, al unir observación empírica, descripción minuciosa y narración histórica en un mismo volumen.

En segundo lugar, el atlas destaca por la técnica de representación empleada. Texeira utilizó una perspectiva oblicua o “a vista de pájaro”, que ofrece al espectador la ilusión de un sobrevuelo sobre ciudades, puertos y paisajes. Este recurso, extraordinariamente innovador en su época, anticipa en muchos aspectos la cartografía moderna y se ha llegado a considerar un precedente de los derroteros marítimos y, en sentido figurado, de la fotografía. La minuciosidad con que se describen elementos urbanos, defensivos y naturales tenía una función práctica, ya que facilitaba la planificación militar y la administración territorial. Al mismo tiempo, generaba un efecto visual capaz de impresionar al monarca y a su corte.

Otro rasgo fundamental es el contexto en el que surge. La España del siglo XVII atravesaba un periodo de intensas tensiones políticas y militares, en especial con Francia y con las potencias europeas que desafiaban su hegemonía. En ese marco, contar con un instrumento que ofreciera un conocimiento exhaustivo de las defensas costeras, de las posibilidades comerciales de los puertos y de la disposición de las ciudades era de vital importancia. El atlas se convierte así en un testimonio de la estrecha relación entre ciencia y estrategia, entre saber técnico y ejercicio del poder.

No menos relevante es su valor artístico y cultural. Las páginas del atlas, ejecutadas con vivos colores, realzadas con oros y platas, y encabezadas por escudos heráldicos de reinos y provincias, despliegan un universo visual que lo sitúa al nivel de los códices más lujosos de la tradición europea. Cada mapa es al mismo tiempo un documento y una obra de arte, pensado tanto para informar como para maravillar. Para muchas localidades, el atlas ofrece la primera o la principal imagen conocida hasta época contemporánea, lo que refuerza la importancia del atlas como fuente única para conocer la imagen histórica de muchos lugares.

La historia posterior de la obra añade otra capa de singularidad. Tras ser entregado a Felipe IV, el atlas desapareció durante siglos, confundido en la Hofbibliothek de Viena, donde permaneció inédito y prácticamente olvidado. Solo a comienzos del siglo XXI fue redescubierto, lo que supuso un acontecimiento de gran resonancia en el ámbito de la cartografía histórica. Desde entonces, ha sido objeto de estudios académicos y de una cuidada edición facsimilar a cargo de la editorial Siloé, que lo devolvió al público especializado y a los amantes de la bibliofilia en todo el mundo.

El Atlas de Pedro Texeira es, en suma, una obra que sintetiza las aspiraciones científicas, artísticas y políticas de su tiempo. Constituye una ventana privilegiada de la España del Seiscientos y a su manera de concebir el territorio, al tiempo que se mantiene como un referente ineludible en la historia de la cartografía universal. Su redescubrimiento ha permitido no solo recuperar un monumento del Siglo de Oro, sino también devolver a la memoria cultural una pieza que, siglos después de su creación, sigue asombrando por su magnitud, su belleza y su vigencia.


2. Historia y contexto

2.1. El proyecto cartográfico en la España del siglo XVII

Durante la Edad Moderna, las monarquías europeas experimentaron un cambio profundo en la manera de representarse a sí mismas. La imagen genealógica y dinástica fue progresivamente sustituida o complementada por la representación territorial. En la España de los Austrias, este giro se tradujo en la creciente importancia de los mapas y vistas como instrumentos de poder. No se trataba únicamente de conocer el territorio, sino también de exhibirlo, de hacerlo presente en la corte y de convertirlo en un símbolo tangible de soberanía.

En este contexto, el reinado de Felipe IV coincidió con un periodo de intensas tensiones militares y políticas. España estaba implicada en la Guerra de los Treinta Años, mantenía conflictos fronterizos con Francia y debía asegurar el control de sus rutas comerciales y defensas costeras. La cartografía se convirtió entonces en un recurso estratégico de primer orden. Los mapas no eran meras ilustraciones, sino herramientas de gobierno que servían para planificar campañas militares, organizar defensas, valorar recursos económicos y proyectar la imagen de la monarquía.

Retrato en óleo sobre lienzo del rey Felipe IV de España, por Diego Velázquez, 1656, National Gallery, Londres
Retrato en óleo sobre lienzo del rey Felipe IV de España, por Diego Velázquez, 1656, National Gallery, Londres

El Atlas de Pedro Texeira nace precisamente de esa doble necesidad. Por un lado, responde al pragmatismo militar, ofreciendo un inventario minucioso de las costas, puertos y fortificaciones de la península. Por otro, cumple una función simbólica, mostrando al monarca la grandeza y la riqueza de sus reinos mediante imágenes de gran belleza, adornadas con escudos y detalles cromáticos. Se trata, por tanto, de una obra orientada al uso gubernativo y a la exhibición cortesana.

2.2. Encargo regio y desarrollo de la expedición

El origen del proyecto está vinculado a João Baptista Lavanha, cosmógrafo mayor del reino, quien concibió la idea de realizar una descripción general de los reinos ibéricos. Tras su muerte en 1624, el encargo pasó a su discípulo Pedro Texeira, que asumió la dirección de la empresa y reorientó sus objetivos hacia la descripción del litoral. La decisión de concentrarse en la costa obedecía a razones estratégicas: era allí donde se jugaban la defensa y el comercio, y donde la monarquía necesitaba contar con información exacta.

Los trabajos comenzaron en 1622 en Fuenterrabía, en la frontera con Francia, y se prolongaron durante varios años siguiendo un recorrido por toda la costa peninsular. La expedición estaba equipada con instrumentos de medición como compases, astrolabios y sistemas de triangulación, además de contar con porteadores y marinos que facilitaban los desplazamientos. No obstante, el trabajo de campo no estuvo exento de dificultades. En muchas zonas no existían caminos paralelos al mar, lo que obligaba a los cartógrafos a avanzar por playas o senderos. En lugares como Guipúzcoa, las autoridades locales recelaban de que la información recogida pudiera comprometer su autonomía o llegar a manos enemigas, lo que generó tensiones.

A pesar de estas dificultades, el equipo logró completar un registro exhaustivo de costas, puertos y ciudades. El viaje se cerró en 1629, y durante los años siguientes se procedió a la elaboración del atlas en su forma definitiva, concluida en 1634. El resultado no fue un simple inventario técnico, sino un volumen de lujo, iluminado con colores brillantes, oros y platas, concebido para ser presentado al monarca.

2.3. Destino del atlas en la época

Una vez terminado, el atlas fue entregado a Felipe IV e integrado en los fondos de la corte, probablemente en la biblioteca del Alcázar de Madrid. Allí cumplió una doble función. Por un lado, era un instrumento de consulta reservado al rey y a sus consejeros, que permitía disponer de una visión completa de las defensas costeras y del estado de los puertos en un momento de gran conflictividad militar. Por otro, se convertía en una obra de representación cortesana, en la que el monarca podía contemplar la grandeza de sus dominios y recrearse con vistas de gran riqueza estética.

Con el paso de los años, y tras los avatares dinásticos que llevaron a miembros de la casa de Austria a trasladar parte de sus colecciones a Viena, el atlas acabó en la Hofbibliothek, hoy Biblioteca Nacional de Austria. Allí permaneció durante siglos sin ser identificado en toda su magnitud, confundido entre otros códices miniados. Su carácter reservado y su circulación limitada explican en parte este prolongado olvido.

Imagen de la Fachada de la Biblioteca Nacional de Austria (acceso a las salas de lectura), Viena.
Fachada de la Biblioteca Nacional de Austria (acceso a las salas de lectura), Viena. © Austrian National Library

Aunque el relato textual de la Descripción de España ya era conocido desde principios del siglo XX gracias a copias conservadas en Madrid y Londres, la parte cartográfica, con sus mapas y vistas, solo fue redescubierta en Viena a comienzos del siglo XXI. Este hallazgo supuso un acontecimiento para la historia de la cartografía, al devolver a la investigación una de las piezas más ambiciosas del reinado de Felipe IV. Desde entonces, el atlas ha sido objeto de estudios especializados y de una cuidada edición facsimilar, que han recuperado su valor tanto como documento científico y militar como como obra de arte y patrimonio cultural.


3. El autor: Pedro Texeira

3.1. Biografía

Pedro Texeira Albernaz nació en Lisboa hacia 1595 y murió en Madrid en 1662. Su figura encarna a la perfección la mezcla de saber científico, experiencia militar y espíritu aventurero característicos del Siglo de Oro. Antes de convertirse en cartógrafo al servicio de Felipe IV, acumuló una trayectoria polifacética: navegó en la armada del príncipe Filiberto de Saboya en expediciones por el Mediterráneo, participó en acciones de corso frente al norte de África y se formó en el manejo de los instrumentos matemáticos y náuticos de la época.

Ya establecido en Madrid, entró al servicio de la Corona española, donde desempeñó oficios muy diversos. Fue capitán de artillería, ingeniero militar en Navarra y en la costa malagueña, espía en la frontera con Francia y cosmógrafo al servicio del rey. Esta alternancia entre la acción en el campo y el estudio de gabinete le proporcionó un conocimiento práctico y técnico que aplicó con maestría en su gran obra, la Descripción de España y de las costas y puertos de sus reinos.

Texeira también participó en trabajos relacionados con territorios ultramarinos, como la elaboración de mapas sobre los nuevos pasos en los estrechos de Magallanes y San Vicente. Todo ello contribuyó a forjar su prestigio como experto en cartografía y a consolidar la confianza que la monarquía depositó en él para encabezar una de las empresas cartográficas más ambiciosas de su tiempo.

3.2. Relación con João Baptista Lavanha

La trayectoria de Texeira no puede entenderse sin la figura de João Baptista Lavanha, cosmógrafo mayor del reino, natural también de Lisboa. Lavanha, maestro de matemáticas del príncipe Felipe (futuro Felipe IV), fue una de las personalidades más influyentes en la ciencia cartográfica de comienzos del siglo XVII. Su formación incluía no solo matemáticas y astronomía, sino también geografía, cronología y cosmografía, además del dominio de los instrumentos náuticos y de medición.

Lavanha fue quien concibió inicialmente la idea de realizar una descripción general de los reinos ibéricos de la monarquía católica. Ante su avanzada edad, delegó parte de la responsabilidad en su discípulo Pedro Texeira, a quien reconocía como un cartógrafo prometedor. La muerte de Lavanha en 1624 traspasó definitivamente la dirección del proyecto a Texeira, que, junto con capitanes de artillería como Gabriel de Santa Ana y Pedro Fernández Manjón, asumió la conducción de la expedición.

Este relevo fue decisivo: mientras Lavanha había pensado en un proyecto generalista que incluyera la totalidad de los reinos, Texeira lo reorientó hacia el litoral, poniendo el acento en las costas y puertos. El resultado fue un trabajo más preciso y adaptado a las necesidades estratégicas de la Corona, aunque conservó la impronta científica del maestro. La continuidad entre ambos garantizó que la empresa no se interrumpiera y que se beneficiara de la experiencia acumulada por Lavanha en décadas de servicio.

3.3. Otros trabajos relevantes

Aunque el atlas de 1634 constituye la obra más sobresaliente de Pedro Texeira, no fue la única de importancia. Entre sus realizaciones posteriores se encuentra la célebre Topografía de Madrid de 1656, una vista panorámica de la villa y corte que ha pasado a la historia como una de las representaciones más icónicas de la capital de los Austrias. Esta obra, de gran tamaño y minucioso detalle, refleja el urbanismo madrileño en pleno siglo XVII y ha sido reproducida y estudiada en innumerables ocasiones.

Además, Texeira trabajó en diversos frentes cartográficos vinculados a los conflictos de la monarquía. Elaboró planos sobre la frontera con Portugal durante la revuelta de 1640, levantó mapas de territorios de la Corona de Aragón en el marco de la guerra de los Segadores, y produjo representaciones vinculadas a las defensas del reino de Granada. En 1636 realizó también nuevos planos que complementaban el atlas, acompañados de informes que aportaban información adicional sobre las defensas y el estado del territorio.

En conjunto, la figura de Pedro Texeira destaca por su capacidad de unir experiencia militar, formación matemática y talento artístico. Su obra refleja una visión integral del territorio como recurso de poder, a la vez que ofrece documentos de una gran belleza formal. Gracias a él, la cartografía peninsular del siglo XVII alcanzó un nivel de sofisticación y originalidad que lo sitúa entre los grandes nombres de la historia de esta disciplina.


4. Descripción material del atlas

4.1. Datos técnicos

El Atlas de Pedro Texeira, finalizado en 1634, es una obra de gran formato, concebida con la doble finalidad de ser útil como documento estratégico y de impresionar por su riqueza material. Cada página mide aproximadamente 444 × 352 mm y está elaborada sobre vitela. El conjunto está iluminado con vivos colores y realces metálicos (oro y plata), lo que lo acerca a la tradición de los códices miniados de lujo.

Imagen de la comparación de tamaño: Atlas de Pedro Texeira - Libro de Horas de Federico III de Aragón - Libro de Oraciones de Ana de Bretaña
Comparación de tamaño: Atlas de Pedro Texeira – Libro de Horas de Federico III de Aragón – Libro de Oraciones de Ana de Bretaña

El volumen está compuesto por casi 200 páginas. Los mapas y vistas están trazados con gran precisión, empleando técnicas que combinan la proyección cartográfica con representaciones oblicuas a vista de pájaro. La encuadernación original, hoy perdida en parte, se realizó en piel y fue concebida para subrayar la importancia del códice como objeto de prestigio cortesano. El estado de conservación del ejemplar custodiado en Viena ha permitido verificar tanto la calidad de los materiales como la pericia técnica de sus ejecutores.

4.2. Estructura del atlas

El atlas se organiza de manera coherente, siguiendo un recorrido que abarca todo el litoral de la península ibérica. Se abre con un mapa general de España, de proyección plana, al que sigue una sucesión de secciones dedicadas a cada uno de los reinos peninsulares. Cada sección comienza con el escudo heráldico del territorio correspondiente, a menudo acompañado de elementos decorativos que refuerzan su carácter simbólico.

En cada reino se presenta un perfil costero general y, a continuación, una serie de vistas de sus principales ciudades, villas y puertos. En algunos casos, como Galicia, Portugal, Andalucía, Valencia y Cataluña, se incluyen también mapas regionales de carácter cenital que completan la información. Esta estructura permite recorrer de manera continua todo el perímetro peninsular, ofreciendo una imagen encadenada de la costa.

En total, la obra reúne 102 representaciones: 88 vistas de ciudades y puertos, 12 mapas regionales y perfiles costeros, el mapa general de la península y un mappa mundi final. El conjunto se completa con un mapa de los Pirineos, considerado uno de los más detallados de su tiempo, que simboliza la frontera terrestre con Francia.

La disposición del atlas responde tanto a criterios prácticos como simbólicos. Desde un punto de vista funcional, facilita la lectura continua del litoral y permite comparar las defensas y características de cada puerto. Desde el punto de vista representativo, organiza los reinos en torno a sus escudos y los muestra como partes de una unidad bajo la soberanía del monarca.

4.3. Estado de conservación

El ejemplar original permaneció durante siglos en la Biblioteca Nacional de Austria, confundido con otros códices, lo que favoreció su preservación al quedar protegido del desgaste y la manipulación frecuente. Cuando fue redescubierto a comienzos del siglo XXI, se hallaba en muy buen estado de conservación.

Imagen de la Fachada de la Biblioteca Nacional de Austria (acceso a las salas de lectura), Viena.
Fachada de la Biblioteca Nacional de Austria (acceso a las salas de lectura), Viena. © Austrian National Library

Las miniaturas, los dorados y los colores mantienen gran parte de su viveza original, lo que permite apreciar la riqueza cromática con la que fue concebido. La vitela conserva su textura y resistencia, y aunque algunas zonas muestran los signos propios del paso del tiempo, en conjunto la obra ofrece un aspecto sorprendentemente íntegro. Esta circunstancia ha hecho posible la realización de una edición facsimilar de alta fidelidad, que reproduce con precisión tanto los aspectos materiales como las sensaciones visuales y táctiles del original.


5. Contenido del atlas

5.1. Parte cartográfica

El núcleo del atlas es su sección cartográfica, que reúne un total de 102 mapas y vistas organizados de manera sistemática. El volumen se abre con un mapa general de España, elaborado siguiendo la tradición náutica, sin retícula astronómica, pero con una escala precisa que permite calcular distancias. A continuación, se desarrolla un recorrido por todos los reinos de la península, encabezados por sus escudos heráldicos.

Cada territorio se presenta con un perfil costero general y una serie de vistas a vista de pájaro de las principales ciudades y villas portuarias. Esta disposición permite al lector seguir de manera continua la línea del litoral peninsular. Además de los perfiles y vistas, en algunos reinos como Galicia, Portugal, Andalucía, Valencia y Cataluña se incluyen mapas regionales cenitales, que ofrecen una visión de conjunto y refuerzan la coherencia de la obra.

En total, el atlas contiene 88 vistas de ciudades, puertos y villas, 12 mapas regionales y perfiles costeros, más el mapa general de España y el mappa mundi que lo cierra. Este último confiere a la obra un alcance simbólico, al situar a la monarquía hispánica dentro de la totalidad del orbe. La inclusión de un mapa de los Pirineos, uno de los más detallados de su tiempo, subraya además la importancia de la frontera terrestre con Francia, en un contexto de permanente tensión bélica.

Las representaciones cartográficas no se limitan a los contornos geográficos. Cada vista recoge con minuciosidad elementos topográficos, defensas naturales y artificiales, murallas, fortalezas, puertos, bocanas, redes de comunicación y accesos por mar y tierra. Gracias a este nivel de detalle, el atlas se convierte en un instrumento de análisis estratégico, útil para valorar la calidad de las defensas y las posibilidades comerciales de cada enclave.

5.2. Parte textual

Junto a los mapas, el proyecto incluyó un relato manuscrito en un códice independiente de menor tamaño, también conservado en Viena. Este texto constituye un complemento imprescindible de la parte cartográfica. En él se describen las características de cada región, con atención tanto a los aspectos defensivos como a las actividades económicas y costumbres locales.

El relato menciona las fuentes de riqueza más habituales, como la agricultura, la pesca o el comercio, y aporta datos sobre la población, la organización social y la vida cotidiana. También ofrece observaciones sobre la fertilidad de los territorios, la abundancia de recursos naturales y las particularidades culturales de cada zona. En muchos casos, estas descripciones constituyen la primera referencia escrita sobre determinados lugares, lo que confiere al texto un valor documental extraordinario.

La edición moderna del facsímil incluye la transcripción íntegra de este manuscrito, lo que permite acceder no solo a la cartografía, sino también a la narración del propio Texeira sobre su periplo. Esta combinación de imagen y palabra refuerza la dimensión enciclopédica del atlas, que se convierte en una crónica visual y textual de la península ibérica en el siglo XVII.

5.3. Innovaciones

El atlas se distingue por su originalidad en la representación gráfica. La técnica empleada combina mapas en planta con perspectivas oblicuas que simulan vistas aéreas, lo que ofrece un efecto cercano al de un sobrevuelo por el territorio. Este recurso, poco frecuente en la cartografía de la época, aporta un realismo inédito y se ha relacionado con los derroteros marítimos y, en sentido figurado, con la fotografía.

La minuciosidad con que se plasman los detalles, desde la disposición de los núcleos urbanos hasta las embarcaciones en los puertos, convierte la obra en una herramienta precisa para la administración y la defensa del territorio, pero también en un testimonio artístico de primer orden. Gracias a esta combinación de ciencia y arte, el atlas de Pedro Texeira ocupa un lugar singular en la historia de la cartografía europea.


6. Análisis iconográfico y artístico

6.1. Estética y estilo

El Atlas de Pedro Texeira se caracteriza por un lenguaje visual que combina el rigor de la cartografía con recursos propios de la pintura y la miniatura. Sus páginas, iluminadas con una amplia gama cromática y realzadas con aplicaciones de oro y plata, se presentan como auténticas obras de arte. La elección de colores vivos y contrastados no solo responde a criterios decorativos, sino que facilita la legibilidad de los mapas y resalta elementos clave como murallas, puertos o perfiles costeros.

El estilo gráfico recurre a una perspectiva oblicua, también llamada a vista de pájaro, que otorga dinamismo a las representaciones y permite contemplar simultáneamente el entramado urbano y su entorno natural. Este enfoque ofrece una experiencia inmersiva: el espectador tiene la sensación de sobrevolar los paisajes y ciudades, algo inédito en la cartografía de su tiempo. La inclusión de horizontes, cielos y nubes refuerza este efecto, dotando a las vistas de una dimensión escénica cercana a la pintura de paisajes.

Además de los mapas y vistas, cada sección del atlas se abre con escudos heráldicos cuidadosamente trabajados, que añaden un componente simbólico y refuerzan el vínculo entre territorio y soberanía. Los detalles iconográficos se completan con figuras humanas y embarcaciones, introducidas en algunas escenas para dotarlas de vitalidad y realismo narrativo. Este repertorio visual refuerza la lectura estética del conjunto.

6.2. Valor científico y artístico

El atlas cumple una doble función que explica su lugar excepcional en la historia de la cartografía. Por un lado, es un documento científico, fruto de una expedición de campo rigurosa y de un proceso de elaboración meticuloso. Los perfiles costeros, los sistemas defensivos, las fortificaciones y los accesos portuarios aparecen representados con gran exactitud, lo que convirtió la obra en un instrumento estratégico de primer orden para la monarquía de Felipe IV.

Por otro lado, el atlas posee un innegable valor artístico. La calidad de las ilustraciones, el cuidado en la aplicación del color y el diseño de las composiciones lo sitúan a la altura de los grandes códices miniados. Se sitúa en el punto de encuentro entre cartografía y pintura, entre ciencia y arte. La belleza de sus páginas responde también a un objetivo político: impresionar al monarca y a la corte, subrayando la grandeza del territorio bajo dominio de la Corona.

Esta combinación de precisión científica y esplendor artístico convierte al Atlas de Pedro Texeira en una obra única. No se trata únicamente de un mapa ni de un manuscrito ilustrado, sino de un testimonio complejo que refleja la cultura visual del Siglo de Oro y la forma en que la monarquía hispánica concebía su relación con el espacio, la política y la memoria.

6.3. Vistas destacadas

El Atlas de Pedro Texeira incluye más de un centenar de mapas y vistas, pero algunas destacan por su originalidad, su riqueza de detalles o su valor histórico. Estas piezas permiten comprender cómo el atlas combina precisión científica, mirada estratégica y sensibilidad artística. A continuación, se presentan varios ejemplos significativos, organizados por regiones.

Murcia

Mapa del Reino de Murcia: se cuenta entre las primeras representaciones cartográficas regionales conocidas de esta región, lo que le confiere un carácter pionero. Aunque su trazado presenta deformaciones, como la representación poco precisa del Mar Menor, su importancia radica en que ofrece una visión inédita de un territorio escasamente documentado hasta entonces. La escasez de topónimos contrasta con la riqueza del litoral valenciano, lo que sugiere limitaciones en la observación directa. Aun así, el mapa refleja el interés de la Corona por extender el control cartográfico a zonas periféricas y poco exploradas.

Vista de Cartagena: única lámina dedicada a la región murciana, describe la ciudad y su bahía con notable detalle. El puerto aparece como un enclave privilegiado, con capacidad para carenar buques y servir de base naval de primer orden. Sin embargo, el texto que acompaña advierte de la debilidad de las defensas terrestres, una contradicción entre potencial natural y preparación militar que resume bien las carencias defensivas de la monarquía. La vista incluye también detalles urbanísticos de la ciudad y sus arrabales, lo que la convierte en un documento clave para la historia urbana de Cartagena.

Valencia y Alicante

Vista de Alicante: una de las imágenes más célebres y mejor trabajadas del atlas. Se representa con gran vitalidad el puerto, donde aparecen barcos de muy diversa tipología, como galeras, mercantes o barcas de pesca, junto a figuras humanas que aportan dinamismo a la escena. Su riqueza cromática y la composición equilibrada la convierten en una auténtica pintura de paisaje marino, más cercana al arte que a la mera cartografía. Refleja la doble intención del atlas: ser útil como documento técnico y, al mismo tiempo, maravillar al espectador con una obra de gran belleza.

Vista de Peñíscola: se representa la célebre fortaleza erigida sobre un promontorio rocoso, unida a tierra por un tómbolo arenoso. La vista resalta su carácter de plaza inexpugnable, con murallas y torres que la defienden tanto del mar como de tierra. El fondeadero aparece salpicado de embarcaciones, lo que subraya su valor estratégico. Más allá de su utilidad militar, la imagen proyecta un poderoso símbolo de fortaleza, muy acorde con la intención de reforzar la imagen de un territorio bien defendido.

• Andalucía

Mapa y vistas del Reino de Andalucía: el atlas presenta esta región como emblema de la riqueza general de España. El texto que lo acompaña alude a la fertilidad de sus tierras, la abundancia de recursos y la vitalidad de sus puertos. Desde un punto de vista visual, las representaciones transmiten prosperidad y dinamismo, convirtiendo a Andalucía en una especie de escaparate de la grandeza del imperio. La atención a los detalles urbanos y portuarios refuerza la impresión de plenitud, con una carga simbólica evidente.

Vista de Cádiz: puerto clave en las comunicaciones con América, aparece con un tratamiento minucioso de sus murallas y fortificaciones. La imagen refleja su papel como principal puerta de entrada y salida del comercio ultramarino. Aunque menos comentada que otras vistas, su inclusión en el atlas reafirma la centralidad de Cádiz en la estrategia marítima de la monarquía. El dibujo de las defensas transmite la preocupación constante por asegurar la ciudad frente a ataques enemigos.

• Galicia

Bahía de Bayona y ría de Vigo: estas vistas combinan descripciones paisajísticas y militares. Se representan pinares, aldeas y playas extensas junto a murallas, castillos y piezas de artillería. El resultado es una imagen que funciona en dos planos: por un lado, como evocación de un entorno natural fértil y pintoresco, y por otro, como inventario de elementos defensivos. Esta dualidad refleja muy bien la tensión entre la belleza escénica y la función estratégica del atlas.

Vista de La Coruña: uno de los principales puertos atlánticos de la monarquía, aparece representado con detalle en sus murallas y su disposición urbana. Su inclusión responde tanto a su valor militar como a su papel en las comunicaciones con el norte de Europa. La vista muestra una ciudad compacta y bien defendida, que simboliza la importancia de Galicia como frente atlántico y como espacio de contacto con rutas internacionales.

• Portugal

Vista de Lisboa: capital del reino portugués y puerto de primera magnitud en el Atlántico, aparece con un perfil urbano minucioso y una intensa actividad marítima. La representación refuerza el papel de Lisboa como centro neurálgico de las rutas oceánicas y como pieza clave dentro de la monarquía hispánica durante la unión ibérica. Aunque el análisis conservado no es tan detallado como en otros casos, su valor simbólico es incuestionable: situar la capital portuguesa en el atlas era reafirmar la integración de Portugal en la órbita de Felipe IV.

• Cataluña

Mapa regional y vista de Barcelona: el atlas dedica una atención especial a Cataluña, donde se incluye un mapa general de la región acompañado de varias vistas costeras. Entre ellas destaca la de Barcelona, representada como una ciudad fortificada y abierta al Mediterráneo. Su posición fronteriza con Francia explica la importancia estratégica de su inclusión. La imagen refuerza la idea de control sobre un territorio conflictivo, especialmente relevante en el contexto de la guerra de los Segadores que estallaría pocos años después.

• Pirineos

Mapa de los Pirineos: una de las piezas de mayor densidad informativa del atlas. Representa con detalle la frontera terrestre con Francia, con un cuidado que supera a mapas anteriores. Su valor es tanto militar, al servir de guía para planificar defensas y campañas, como simbólico, al fijar en la cartografía los límites de la soberanía. Al situarse al final del recorrido, el mapa adquiere además un carácter de cierre, que reafirma la integridad del territorio bajo dominio del monarca.

Con este repertorio de ejemplos se aprecia cómo el atlas combina diversas perspectivas: la innovación artística (Alicante), la riqueza documental (Murcia), la estrategia militar (Cartagena, Cádiz, Peñíscola, Pirineos), la exaltación simbólica (Andalucía, Lisboa) y la mirada paisajística (Bayona y Vigo). Cada vista es un fragmento que, unido al conjunto, construye una narración visual única de la península ibérica en el siglo XVII.


7. El facsímil y la editorial Siloé

7.1. Historia de Siloé

La editorial Siloé, Arte y Bibliofilia, nació en Burgos en 1997 de la mano de Juan José García y Pablo Molinero. Desde sus orígenes se ha especializado en la reproducción artesanal de manuscritos y documentos de gran valor histórico, convirtiéndose en una referencia internacional dentro del mundo de la bibliofilia. Su filosofía consiste en rescatar obras singulares del patrimonio escrito y devolverlas a la vida mediante facsímiles de alta calidad, en los que se cuida cada detalle material para ofrecer al lector una experiencia lo más cercana posible a la del original.

Logotipo de la Editorial Siloé

En sus más de veinticinco años de trayectoria ha publicado más de ochenta títulos, entre los que se encuentran códices emblemáticos como el Beato Emilianense, el Bestiario de Don Juan de Austria, el enigmático Manuscrito Voynich o la lujosa Vida y milagros de San Luis. Estos trabajos le han valido reconocimientos nacionales e internacionales, como varios Premios Nacionales a los Libros Mejor Editados o el Premio Fray Luis de León. Además, Siloé impulsó iniciativas culturales como el Museo del Libro Fadrique de Basilea en Burgos, dedicado a la historia del libro desde la Antigüedad hasta la Edad Media.

7.2. Proceso de edición facsimilar

El facsímil del Atlas de Pedro Texeira supuso un reto excepcional por la envergadura y la riqueza material del original. Siloé reprodujo casi 200 páginas de gran formato, impresas en papel verjurado especialmente fabricado para imitar la textura del documento histórico. La fidelidad alcanzó incluso a los matices cromáticos, con la reproducción de los vivos colores originales y apliques metálicos fieles al original que realzan los escudos y las decoraciones.

Cada ejemplar fue encuadernado de manera artesanal en piel, siguiendo técnicas tradicionales de guarnicionería, e incluye un guardalibro que protege el volumen. La edición fue estrictamente limitada a 898 copias numeradas, todas ellas autentificadas mediante acta notarial, lo que refuerza su exclusividad como pieza de bibliofilia.

El proceso de trabajo implicó a fotógrafos especializados, impresores, dibujantes, encuadernadores y artesanos del papel. Su labor conjunta permitió trasladar al facsímil no solo la apariencia visual del atlas, sino también su tacto, peso y sensaciones materiales, con el objetivo de que cada ejemplar ofreciera una experiencia lo más cercana posible a la manipulación del original.

7.3. Elementos adicionales

La edición de Siloé no se limitó al facsímil. Se preparó también un valioso libro de estudios que incluye la edición anastática del relato textual manuscrito que acompañaba al atlas en un códice independiente conservado en Viena. Este volumen ofrece además análisis de especialistas que abordan distintos aspectos: la geografía y cartografía del conjunto (Luis Ortega Valcárcel), la heráldica (Eduardo Pardo de Guevara), la tipología de embarcaciones (Marcelino González) y la transcripción del relato textual (Sonia Serna).

De esta forma, el facsímil se concibe como una obra integral: un testimonio gráfico fiel al original acompañado de un aparato crítico que permite su interpretación histórica y artística. El volumen principal se guarda en un guardalibro artesanal, mientras que el libro de estudios cuenta con su propia funda independiente. Así, ambos mantienen su identidad material dentro de la edición.

7.4. Reconocimientos y premios

La calidad de la edición fue reconocida con importantes galardones. En 2005 obtuvo el Premio Nacional a los Libros Mejor Editados, otorgado por el Ministerio de Cultura en la categoría de facsímiles, y el Premio Fray Luis de León a la mejor labor editorial en ediciones especiales. Estos reconocimientos se suman a la trayectoria premiada de la editorial, que ha sido distinguida en varias ocasiones por la excelencia de sus ediciones.

Premios recibidos por el facsímil de Siloé del Atlas de Pedro Texeira
Premios recibidos por el facsímil de Siloé del Atlas de Pedro Texeira

El facsímil del Atlas de Pedro Texeira representa así uno de los hitos en la historia de Siloé, no solo por el prestigio de la obra, sino también por el despliegue técnico y humano que exigió su realización. Gracias a este trabajo, una pieza que permaneció oculta durante siglos se encuentra hoy accesible a investigadores y coleccionistas, en una versión que mantiene el espíritu del original y lo proyecta hacia el futuro.


8. Curiosidades y datos singulares

El Atlas de Pedro Texeira no solo es un documento cartográfico de gran envergadura, sino también una obra llena de detalles anecdóticos y singulares que enriquecen su lectura. Estos elementos, lejos de ser accesorios, aportan claves para comprender la mentalidad del siglo XVII y las múltiples dimensiones del proyecto.

8.1. Las embarcaciones

Uno de los rasgos más atractivos del atlas es la representación de embarcaciones en numerosas vistas portuarias. No se trata de simples adornos, sino de un repertorio visual que documenta la vida marítima del siglo XVII y que aporta dinamismo a las escenas. El análisis especializado de Marcelino González confirma que el atlas recoge una tipología naval muy variada, lo que convierte a estas imágenes en una fuente valiosa para la historia naval.

En la vista de Alicante aparece un conjunto particularmente rico: galeras de guerra con remos y espolones, naves mercantes de mayor tonelaje, barcas de pesca y embarcaciones menores que circulan dentro del puerto. Esta diversidad crea un paisaje portuario vibrante, en el que la actividad económica y la presencia militar se funden en una misma imagen.

La bahía de Bayona y la ría de Vigo muestran igualmente embarcaciones de distinto tipo. Algunas están fondeadas, otras en plena navegación, con velas desplegadas o maniobrando. Se aprecian naves artilladas, testimonio de la función defensiva y estratégica de este enclave atlántico, y barcas menores que sugieren la vida cotidiana de pescadores y comerciantes.

En la vista de Cartagena, la disposición de los navíos refuerza la idea de la excelencia natural del puerto, apto para acoger barcos grandes y servir como base naval. Texeira utiliza la presencia de las embarcaciones para subrayar tanto las cualidades del fondeadero como la importancia de la ciudad en la defensa marítima.

En otras láminas, aunque de forma más discreta, se incluyen falúas, bergantines y embarcaciones ligeras que completan el abanico. En conjunto, el atlas ofrece una muestra visual del tráfico marítimo de su tiempo, combinando escenas militares, comerciales y pesqueras. Gracias a estos detalles, el lector contemporáneo puede hacerse una idea de la riqueza y variedad de la navegación en las costas ibéricas del siglo XVII.

8.2. Los escudos heráldicos

Cada sección del atlas se abre con un escudo heráldico que identifica el reino, provincia o señorío representado. Estos blasones, elaborados con gran minuciosidad, cumplen una función doble: organizan visualmente el recorrido y refuerzan el carácter simbólico de la obra, vinculando territorio y poder dinástico.

El análisis realizado por Eduardo Pardo de Guevara resalta la riqueza y precisión de este corpus heráldico. Los escudos conservan sus esmaltes y figuras tradicionales, representados con fidelidad y acompañados en algunos casos de ornamentación decorativa. Entre los más destacados se encuentran:

  • Castilla, con su castillo de oro sobre campo de gules.
  • León, con el león rampante púrpura sobre campo de plata.
  • Galicia, con el cáliz y las hostias rodeadas de cruces, símbolo de su identidad eclesiástica.
  • Portugal, con las quinas azules dispuestas en cruz y la bordura de castillos.
  • Cataluña, con las cuatro barras rojas sobre fondo dorado.
  • Andalucía y Granada, que muestran sus armas vinculadas a la tradición heráldica de los Reyes Católicos.
  • Y, presidiendo el conjunto, el escudo real de Felipe IV, que encabeza el atlas y simboliza la integración de todos los territorios bajo su soberanía.

Estos escudos no son un añadido accesorio, sino un componente esencial del atlas. Refuerzan la idea de unidad dentro de la diversidad, recordando que cada reino conserva su identidad propia, pero forma parte de la monarquía hispánica. Además, al ser reproducidos con tanta fidelidad cromática, se convierten en un testimonio gráfico de gran interés para la historia de la heráldica.

8.3. Otras curiosidades

El atlas está lleno de anotaciones y detalles que sorprenden por su variedad y frescura. El relato textual que acompaña a las imágenes describe, además de las defensas costeras, las actividades económicas predominantes en cada región. Se mencionan cultivos, productos característicos, artesanías locales y prácticas comerciales, lo que lo convierte en un inventario de la vida económica del momento.

En algunos casos, las vistas constituyen la primera representación gráfica conocida de determinados territorios. El mapa de Murcia es un ejemplo paradigmático: antes de esta obra, no existía una imagen cartográfica comparable de la región. Este tipo de aportaciones confiere al atlas un valor documental excepcional para la historia local y regional.

También hay referencias a la riqueza y fertilidad de determinadas zonas, como Andalucía, descrita como la “quintaesencia” de la prosperidad española. Estos juicios transmiten tanto una percepción económica como una intención propagandística, pues refuerzan la imagen de abundancia de los dominios hispánicos.

Otro aspecto curioso es la atención a la vida cotidiana y al paisaje. En las vistas aparecen no solo murallas y puertos, sino también aldeas, puentes, pinares y playas, que ofrecen una visión más humana y cercana del territorio. Estas inclusiones refuerzan el carácter híbrido del atlas, a medio camino entre la ciencia y la narración visual.

En conjunto, estas curiosidades demuestran que el Atlas de Pedro Texeira no fue concebido únicamente como un instrumento de defensa o como un documento técnico, sino también como una obra que debía transmitir una visión amplia y rica de la península, en la que convivían la estrategia militar, la prosperidad económica, la identidad política y la vida cotidiana.


9. Importancia y legado

9.1. Relevancia en su tiempo

El Atlas de Pedro Texeira fue una obra concebida en un momento en que la cartografía se había convertido en una herramienta estratégica de primer orden. Felipe IV y sus consejeros necesitaban un conocimiento detallado de las defensas costeras, de los accesos a los puertos y de la capacidad económica de las ciudades litorales. El atlas respondía a estas demandas con un nivel de exhaustividad desconocido hasta entonces.

Su utilidad práctica era evidente: las vistas y mapas permitían valorar la calidad de los fondeaderos, las fortificaciones y las rutas de comunicación, lo que facilitaba la planificación militar y naval. Al mismo tiempo, la obra estaba concebida como un objeto cortesano de lujo, destinado a impresionar al monarca con imágenes ricamente iluminadas y enriquecidas con detalles metálicos. Esta combinación lo convirtió en un instrumento privilegiado de gobierno y representación, reservado casi en exclusiva para la Corona.

En este sentido, el atlas no era solo un documento técnico, sino también una afirmación simbólica. Cada mapa y cada vista confirmaban la soberanía del rey sobre los territorios representados, mientras que los escudos heráldicos reforzaban la idea de una monarquía compuesta, unida bajo la figura de Felipe IV. El volumen ofrecía así una visión total del espacio hispánico, tanto desde una perspectiva práctica como ideológica.

9.2. Redescubrimiento y recepción moderna

Tras su elaboración, el atlas desapareció de la circulación y permaneció durante más de tres siglos en la Hofbibliothek de Viena, confundido entre otros códices. Su carácter reservado y el escaso número de ejemplares explican este prolongado silencio. El redescubrimiento a comienzos del siglo XXI supuso un acontecimiento cultural de primer nivel. Investigadores españoles localizaron el códice y confirmaron su autenticidad, devolviendo a la historia de la cartografía una obra que se daba por perdida.

La repercusión fue inmediata. La publicación de estudios académicos, el análisis detallado de sus vistas y la edición facsimilar realizada por la editorial Siloé situaron de nuevo el atlas en el centro del interés científico y cultural. Especialistas en geografía, historia del arte, heráldica y cartografía han subrayado su relevancia como fuente para el conocimiento de la España del siglo XVII. Al mismo tiempo, su difusión moderna lo ha convertido en un objeto de deseo para bibliófilos y coleccionistas, que valoran tanto su exclusividad como la belleza de sus ilustraciones.

9.3. Lugar en la historia de la cartografía

El atlas de Pedro Texeira ocupa un lugar destacado en la historia de la cartografía europea. A diferencia de otros proyectos contemporáneos, que ofrecían mapas técnicos o vistas urbanas aisladas, esta obra integraba en un único volumen mapas generales, perfiles costeros, vistas a vista de pájaro y un relato textual complementario. Esta síntesis de géneros convierte al atlas en un testimonio único y lo diferencia de otras iniciativas cartográficas de la época.

En el ámbito español, el atlas representa la culminación de la tradición cartográfica de los Austrias, heredera de las relaciones geográficas de Felipe II y de las vistas urbanas de Anton van den Wyngaerde en el siglo XVI. En el panorama europeo, puede compararse con las grandes colecciones de mapas neerlandesas, aunque se distingue por su carácter reservado y por el lujo artístico de su presentación.

La innovación técnica, la originalidad de las vistas oblicuas y la precisión en la descripción de defensas y ciudades han llevado a considerarlo el proyecto cartográfico más importante del siglo XVII en España. Su redescubrimiento ha permitido reevaluar la aportación hispánica al desarrollo del mapa moderno y ha subrayado el papel de la cartografía como instrumento de poder en la Europa del Barroco.

En suma, el Atlas de Pedro Texeira no solo fue una obra capital en su tiempo, sino que sigue siendo hoy un hito de la cartografía universal, por su capacidad de conjugar ciencia, arte y política en un volumen que ha atravesado los siglos con intacta capacidad de asombro.


10. Bibliografía y Fuentes

El presente archivo de información se ha elaborado exclusivamente a partir de fuentes directas vinculadas al estudio y a la edición facsimilar del Atlas de Pedro Texeira. Estas fuentes garantizan la fiabilidad de los datos y ofrecen una visión completa de la obra desde sus dimensiones materiales, históricas, artísticas y editoriales. A continuación, se detallan los materiales utilizados.

• El facsímil y su documentación editorial

La edición facsimilar del Atlas de Pedro Texeira, realizada por la editorial Siloé, constituye la base material de este trabajo. Gracias a la reproducción fiel del original conservado en la Biblioteca Nacional de Austria, ha sido posible analizar con detalle su formato, su riqueza cromática y su estructura interna. La editorial aporta además documentación complementaria sobre el proceso de reproducción, la encuadernación artesanal en piel, la tirada limitada a 898 ejemplares numerados y el certificado notarial que autentifica cada copia.

• Libro de estudios de la edición de Siloé

Junto al facsímil se publicó un libro de estudios que constituye el núcleo interpretativo del proyecto. Este volumen incluye la edición anastática íntegra del relato textual manuscrito de la expedición y su transcripción moderna, lo que convierte a la obra en una fuente doble: visual y textual. Además, incorpora contribuciones de varios especialistas que ofrecen un análisis multidisciplinar. Luis Ortega Valcárcel estudia la geografía y la cartografía del conjunto, Eduardo Pardo de Guevara aborda la heráldica, Marcelino González analiza la tipología de embarcaciones y Sonia Serna transcribe y comenta el relato manuscrito. Gracias a este repertorio de perspectivas, el libro de estudios enriquece la interpretación del atlas en sus dimensiones histórica, artística y técnica.

• Estudio académico de la Universidad Autónoma de Madrid

Una fuente fundamental ha sido el estudio De la cartografía a la corografía: Pedro Texeira en la España del Seiscientos, elaborado por Felipe Pereda y Fernando Marías desde el Departamento de Teoría e Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid y publicado en la revista Ería (nº 64-65, 2004). Este trabajo analiza el contexto político y cultural en el que se gestó el atlas, examina sus sistemas de representación y lo compara con otros proyectos contemporáneos. Incluye además un apéndice con un informe inédito de 1636 que acompañaba a nuevos planos realizados por Texeira, lo que aporta información de gran relevancia para comprender la evolución del proyecto.

• Artículo en revista especializada

También se ha utilizado el artículo El Atlas del Rey Planeta. «La descripción de España y de las costas y puertos de sus reinos», de Pedro Texeira (1634), escrito por Pablo Cisneros Álvarez y publicado en 2003 en la Revista Biblio 3W, perteneciente a la Universidad de Barcelona dentro de la serie documental de Geo Crítica (Vol. VIII, nº 473). Este trabajo ofrece un repaso detallado de la génesis del proyecto, la ejecución del periplo cartográfico, la posterior elaboración del atlas y su redescubrimiento en Viena. Además, aporta una valoración de la obra dentro de la política cartográfica y militar del reinado de Felipe IV, situándola en el marco de los estudios contemporáneos sobre cartografía y poder.


11. Consideraciones Finales

El Atlas de Pedro Texeira, concluido en 1634 por encargo de Felipe IV, constituye una de las empresas cartográficas más ambiciosas de la Europa del Barroco y un testimonio excepcional de la cultura visual del Siglo de Oro. Su importancia radica en haber sabido conjugar tres dimensiones difícilmente reunidas en un mismo proyecto: la precisión científica, la utilidad estratégica y la riqueza artística.

En el plano científico, el atlas ofrece un conocimiento detallado de la península ibérica en un momento en que la cartografía era un instrumento fundamental para el gobierno de los territorios. Los perfiles costeros, los mapas regionales y las vistas a vista de pájaro documentan con gran exactitud la disposición de ciudades, puertos, defensas y comunicaciones. El relato textual que lo acompaña aporta, además, datos sobre la economía, los recursos y las costumbres de cada región, convirtiéndolo en una fuente doble: visual y literaria.

Desde el punto de vista estratégico, el atlas respondía a las necesidades de una monarquía en guerra casi permanente, que debía asegurar sus fronteras terrestres y marítimas frente a Francia, Inglaterra y otros rivales europeos. La información que contenía era sensible y de uso reservado, lo que explica que el volumen estuviera destinado prácticamente en exclusiva al rey y su entorno más cercano. Su función como instrumento de defensa y control territorial resulta evidente, pero no menos importante fue su papel como afirmación simbólica de soberanía.

En el terreno artístico, el atlas trasciende la mera cartografía para situarse en el ámbito de las artes mayores. Sus páginas, iluminadas con vivos colores y adornadas con oros y platas, revelan la voluntad de convertir el territorio en espectáculo visual. Las vistas de ciudades como Alicante o Cartagena, los escudos heráldicos de cada reino y las representaciones de embarcaciones en plena actividad convierten al atlas en un objeto de contemplación, capaz de maravillar tanto como de informar.

La figura de Pedro Texeira, discípulo de João Baptista Lavanha y hombre de acción además de cosmógrafo, encarna la versatilidad del ingeniero-cartógrafo del siglo XVII, capaz de unir experiencia militar, formación matemática y talento artístico. Su atlas no solo representa la culminación de su carrera, sino también un hito de la cartografía peninsular.

La historia posterior de la obra añade aún más singularidad. Tras permanecer oculta durante más de tres siglos en la Biblioteca Nacional de Austria, fue redescubierta a comienzos del siglo XXI, lo que supuso un acontecimiento cultural de gran resonancia. La edición facsimilar de la editorial Siloé, acompañada de estudios especializados, devolvió la obra a la sociedad, permitiendo su contemplación y análisis en condiciones que reproducen fielmente la experiencia del original.

En la historia de la cartografía, el atlas ocupa un lugar privilegiado. Comparte espacio con las grandes colecciones neerlandesas o italianas, pero se distingue por integrar en un mismo volumen mapas generales, vistas oblicuas y un relato textual. Su originalidad y riqueza lo convierten en una obra única, que anticipa el mapa moderno como herramienta integral de conocimiento, poder y representación.

Hoy, el Atlas de Pedro Texeira sigue siendo una pieza que asombra por su magnitud y belleza. Es un espejo del poder de los Austrias, un testimonio de la ciencia y el arte del Seiscientos y una ventana al pasado de la península ibérica. Su vigencia se mantiene intacta, no solo como objeto de estudio para especialistas, sino también como obra de arte y patrimonio cultural que continúa fascinando a quienes se acercan a sus páginas.


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