A finales del siglo XV, mientras Europa vivía una época de efervescencia cultural y espiritual, un rey sin reino encargaba en el exilio una obra excepcional. El Libro de Horas de Federico III de Aragón, custodiado hoy en la Biblioteca Nacional de Francia, es el reflejo de una devoción íntima y un gusto exquisito, nacido entre Nápoles y Tours en el cruce entre dos mundos: el Renacimiento italiano y la sofisticación cortesana francesa.

Fruto de la colaboración de tres de los miniaturistas más destacados del momento, Jean Bourdichon, Giovanni Todeschino y el Maestro de Claudia de Francia; este códice despliega una asombrosa riqueza visual y simbólica. Desde la Pasión de Cristo hasta los himnos a la Virgen, cada miniatura está cuidadosamente enmarcada por fastuosos motivos renacentistas, con abundancia de oro, mármol pintado y elementos heráldicos del monarca.

En este apartado, nos adentramos en la historia de su creación, su iconografía compleja y el legado de una figura que, aun derrotada políticamente, supo dejar una huella perdurable a través del arte. La excepcional edición facsimilar de cARTEm devuelve hoy esta joya bibliográfica a la luz que merece.


📽️ Video: Un viaje visual al Libro de Horas de Federico III de Aragón

Acompáñanos en este recorrido por uno de los manuscritos más enigmáticos y refinados del Renacimiento: el Libro de Horas de Federico III de Aragón. En este vídeo del canal de YouTube, Códices y Beatos, exploramos una obra que nació en el exilio y que refleja tanto la devoción personal de un rey derrotado como el esplendor artístico de su tiempo. Miniaturas ricamente iluminadas, marcos decorativos florales, escenas litúrgicas y emblemas personales se entrelazan en una creación firmada por algunos de los mejores miniaturistas de la época.
Si quieres profundizar más, justo después encontrarás todo el contenido completo sobre este fascinante códice.


Índice de Contenido

  1. Introducción
  2. Historia y contexto del manuscrito
    1. Contexto político y cultural del Reino de Nápoles
    2. Del contexto cortesano al redescubrimiento moderno
  3. El comitente: Federico III de Aragón
    1. Breve biografía de Federico III
    2. Su biblioteca y mecenazgo
    3. Una figura culta entre dos mundos
  4. Los artistas del manuscrito
    1. Jean Bourdichon
    2. Giovanni Todeschino
    3. El Maestro de Claudia de Francia
    4. Otros colaboradores
  5. Descripción material del manuscrito
    1. Soporte, dimensiones y encuadernación
    2. Técnicas de ornamentación y dorado
    3. Estado de conservación y restauraciones
  6. Estructura y contenido del manuscrito
    1. Organización general
    2. El calendario perdido: hipótesis y reconstrucción
    3. El uso dominico en el que se inscribe
  7. Análisis iconográfico
    1. Estilo y evolución artística en las miniaturas
    2. El lenguaje de lo clásico y lo moderno
    3. Estrategias de representación visual
    4. Elementos personales: escudos, lemas, símbolos
    5. Análisis de miniaturas destacadas
  8. Relevancia crítica y legado cultural
    1. Estudios e interpretaciones clave
    2. Valor simbólico e histórico del códice
    3. Su lugar en la historia del arte y la bibliografía
  9. El facsímil de cARTEm
    1. La editorial cARTEm
    2. El facsímil del Libro de Horas de Federico III
    3. Elementos complementarios
  10. Curiosidades
    1. Una obra con identidad fragmentada
    2. El escudo reaparecido en el colofón
    3. El emblema Victorie Fructus y su representación en la obra
    4. Una calavera en lo alto del fastigio
  11. Bibliografía y fuentes
  12. Consideraciones Finales

1. Introducción

El Libro de Horas de Federico III de Aragón es una obra de arte bibliográfico que, pese a su extraordinaria riqueza estética e histórica, ha permanecido en gran medida alejada del conocimiento general. Su historia es tan compleja como fascinante, marcada por cambios de manos, fragmentaciones y atribuciones diversas, lo que lo convierte en uno de los manuscritos más singulares de su tiempo. La complejidad de su transmisión, con múltiples interrupciones y tránsitos materiales, contribuye a su aura enigmática y al renovado interés que hoy despierta.

Encargado por un príncipe cultivado en un momento de esplendor artístico del Reino de Nápoles, el códice refleja el gusto refinado de una corte abierta a influencias diversas, situada en la encrucijada entre el mundo mediterráneo y las corrientes culturales del norte de Europa. Lejos de ser un producto homogéneo, el manuscrito es fruto de la colaboración de artistas de diferentes procedencias y estilos, entre ellos algunos de los nombres más destacados de la miniatura renacentista. Este diálogo entre sensibilidades visuales lo convierte en un ejemplo brillante de cómo el arte del libro podía ser un campo de experimentación y síntesis.

A lo largo de los siglos, el manuscrito vivió un destino errático, se olvidó su origen y su identidad quedó desdibujada. No fue hasta los estudios del siglo XX cuando comenzó a reconocerse su verdadera naturaleza y a restituirse su historia. Hoy, gracias a investigaciones recientes y a la publicación de un facsímil de altísima calidad por parte de la editorial cARTEm, esta obra vuelve a ocupar el lugar que merece como testimonio privilegiado del arte, la devoción y la política del Renacimiento mediterráneo.

Este documento se propone ofrecer una mirada profunda y detallada sobre el Libro de Horas de Federico III de Aragón, abordando no solo su historia y materialidad, sino también su complejidad iconográfica, el contexto de su producción y la figura de su comitente. El objetivo es restituir su valor como objeto de estudio, pero también como obra viva que aún hoy sigue emocionando a quien se acerca a sus páginas.


2. Historia y contexto del manuscrito

La trayectoria del Libro de Horas de Federico III de Aragón está íntimamente ligada a los avatares políticos, culturales y personales del sur de Italia durante el tránsito de la Edad Media al Renacimiento. Su historia es la de un encargo regio cuidadosamente concebido, pero que por motivos diversos nunca llegó a completarse del todo ni a consolidarse en un único volumen. Su dispersión posterior, su olvido durante siglos y su reciente revalorización crítica componen una narrativa llena de matices que revela tanto el esplendor de la corte napolitana como la fragilidad de los objetos preciosos a lo largo del tiempo.

2.1. Contexto político y cultural del Reino de Nápoles

El manuscrito se concibió en un momento de notable efervescencia cultural en el Reino de Nápoles, gobernado por una rama de la dinastía aragonesa. Federico III, último monarca de esta línea, vivió una época de tensiones constantes entre intereses peninsulares y mediterráneos, marcada por el conflicto entre las coronas de Francia y España por el dominio del sur de Italia. Pese a la inestabilidad política, la corte napolitana floreció como un foco de cultura humanista, con una fuerte impronta religiosa y un gusto sofisticado por las artes del libro.

Imagen representativa de la pugna entre los reinos de España y Francia por el territorio de Italia
Imagen representativa de la pugna entre los reinos de España y Francia por el territorio de Italia

En este entorno se desarrolló un modelo de mecenazgo refinado, atento tanto a las nuevas corrientes renacentistas como a la tradición devocional propia de la monarquía. Las obras encargadas por los reyes no solo debían reflejar su piedad, sino también su legitimidad dinástica, su educación y su posición en el panorama europeo. El Libro de Horas de Federico III fue concebido con este espíritu, como un objeto de uso privado pero cargado de simbolismo político y cultural.

2.2. Del contexto cortesano al redescubrimiento moderno

El Libro de Horas de Federico III de Aragón fue concebido como una obra de prestigio en el entorno de la corte napolitana del siglo XV. Su ejecución se prolongó durante varios años e implicó la intervención de diversos artistas, lo que sugiere fases de trabajo no lineales, posiblemente interrumpidas o reorientadas por factores externos. Aunque no fue encuadernado durante su etapa de producción original, hoy se conserva íntegro y encuadernado en un solo volumen en la Biblioteca Nacional de Francia, bajo la signatura ms. lat. 10532.

Biblioteca Nacional de Francia. Copyright: © Dominique Perrault Architecture
Biblioteca Nacional de Francia. Copyright: © Dominique Perrault Architecture

Tras la caída de la dinastía aragonesa en Nápoles, el manuscrito pasó a un estado de descontextualización. Su tránsito hasta Francia no está completamente documentado, pero en algún momento fue incorporado a los fondos de la biblioteca nacional, donde permaneció durante siglos sin una atribución clara. Su unidad física se mantuvo, pero su identidad como encargo regio fue ignorada hasta época reciente.

No fue hasta el siglo XX cuando los investigadores comenzaron a identificar los vínculos entre sus elementos. El análisis conjunto de sus miniaturas, inscripciones, estilo artístico y emblemas heráldicos permitió reconstruir su procedencia y atribuirlo con certeza a Federico III de Aragón. Este redescubrimiento ha sido esencial para valorar la obra en toda su dimensión: como reflejo de la religiosidad cortesana del sur de Italia, como hito artístico en un momento de transición entre la estética medieval y renacentista, y como testimonio de la memoria visual de una monarquía en declive.


3. El comitente: Federico III de Aragón

La figura de Federico III de Aragón, último rey de la dinastía aragonesa en el Reino de Nápoles, constituye el eje central sobre el que se articula el Libro de Horas que lleva su nombre. Su encargo no fue fruto de una simple devoción personal, sino de una compleja combinación de intereses culturales, políticos y simbólicos. A través de este manuscrito, Federico proyectó una imagen de sí mismo como monarca culto, piadoso y vinculado a una tradición dinástica que pretendía legitimar y reforzar en un momento de incertidumbre para su linaje. Comprender quién fue este rey, cuál era su entorno y qué aspiraciones guiaban su mecenazgo resulta esencial para interpretar el sentido profundo del códice.

3.1. Breve biografía de Federico III

Federico nació en el año 1452, en el seno de la familia real aragonesa que había consolidado su presencia en el sur de Italia. Fue hijo de Fernando I de Nápoles y, por tanto, heredero de una dinastía que mantenía una posición ambigua entre la lealtad a la corona de Aragón y la necesidad de afirmarse como poder autónomo en el contexto italiano. Accedió al trono en 1496, en plena crisis política provocada por la invasión francesa y la creciente presión de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, que acabarían convirtiéndose en sus adversarios directos.

Imagen representativa de Federico III de Aragón
Imagen representativa de Federico III de Aragón

El reinado de Federico fue breve y complejo. Gobernó entre 1496 y 1501, cuando fue depuesto por la acción conjunta de Francia y Castilla, como resultado de los pactos establecidos entre Luis XII y Fernando el Católico. Exiliado, se trasladó a Francia, donde vivió sus últimos años como rey sin reino, una figura desplazada pero no olvidada. Murió en Tours en 1504. A pesar de su derrota política, su perfil personal y cultural fue notable: se le reconocía por su formación humanista, su interés por los libros y su sensibilidad artística.

3.2. Su biblioteca y mecenazgo

Federico III reunió a lo largo de su vida una biblioteca significativa, reflejo de sus inquietudes intelectuales y de su posición como monarca renacentista. Esta biblioteca, aunque no tan conocida como otras cortes contemporáneas, incluía obras religiosas, filosóficas, literarias y científicas, testimonio de una formación esmerada y de una voluntad de mantenerse al tanto de las corrientes culturales europeas.

Imagen representativa de la biblioteca de Federico III de Aragón
Imagen representativa de la biblioteca de Federico III de Aragón

Su actividad como mecenas no se limitó a la acumulación de libros, sino que se manifestó en encargos específicos como el Libro de Horas que lleva su nombre. Este tipo de obras no solo cumplían una función devocional, sino que eran expresión tangible del poder, el gusto y el refinamiento de quien las poseía. Federico supo rodearse de artistas de primer nivel y seleccionó formatos lujosos, ricos en miniaturas y detalles, en los que se plasmaban tanto los valores espirituales como la afirmación simbólica de su identidad regia. Entre sus encargos más destacados figuran también los Officia octo de Leonardo Corvino, así como otros libros devocionales y litúrgicos, en los que dejó constancia de su sensibilidad religiosa y de su preocupación por la calidad artística, incluso durante su estancia en Francia.

3.3. Una figura culta entre dos mundos

Federico III encarna, de forma singular, la tensión entre dos universos: el del mundo mediterráneo, con sus raíces hispánicas y su vinculación con el reino de Aragón, y el del Renacimiento italiano, en el que se desenvolvía su corte y del que formaba parte activa. Esta doble pertenencia, tanto geográfica como cultural, se refleja en muchos aspectos de su vida y obra, y muy especialmente en el manuscrito que nos ocupa.

El Libro de Horas de Federico III no es solo una pieza artística napolitana o francesa, sino una síntesis de tradiciones visuales e influencias espirituales que dialogan entre sí. Su comitente, educado en un entorno multilingüe y cosmopolita, supo captar lo mejor de ambas esferas. De ahí que esta obra, al igual que su figura, deba entenderse como un puente entre culturas, un testimonio de la riqueza híbrida de la Europa renacentista, y también como una declaración silenciosa de resistencia frente al olvido que le impuso la historia.


4. Los artistas del manuscrito

La decoración del Libro de Horas de Federico III de Aragón fue realizada por un grupo de miniaturistas de primer nivel, seleccionados directamente por el propio Federico. No se trata de una obra producida por un taller único o anónimo, sino de un proyecto ambicioso en el que colaboraron tres artistas bien identificados, todos ellos con vínculos con las cortes reales europeas: Jean Bourdichon, Giovanni Todeschino y el Maestro de Claudia de Francia. Cada uno aportó su estilo, formación y experiencia a un manuscrito que destaca por la fusión de influencias italianas y francesas en su programa visual.

4.1. Jean Bourdichon

Figura central del equipo artístico, Jean Bourdichon fue el miniaturista de corte por excelencia en la Francia del cambio de siglo. Trabajó al servicio de cuatro monarcas, desde Luis XI hasta Francisco I, y se formó probablemente en el taller de Jean Fouquet. Su dominio de múltiples técnicas y su participación en proyectos de todo tipo, desde manuscritos a objetos litúrgicos o patrones textiles, lo convirtieron en una figura de gran prestigio en el entorno regio.

Bourdichon tuvo una carrera muy activa en la zona del Loira, y alcanzó su madurez estilística bajo el reinado de Luis XII. La serie de libros de horas que elaboró en estos años incluye encargos para personajes de gran rango, como Carlos VIII, Ana de Bretaña y el propio Federico de Aragón. Su contribución al Libro de Horas se caracteriza por un lenguaje pictórico refinado, cuidado extremo en los detalles y una composición monumental. La decoración de este códice precede probablemente a su obra más famosa: las Grandes Horas de Ana de Bretaña, finalizadas en 1508.

Bourdichon participó también en la elaboración de otros libros para Federico, como los Officia octo de Leonardo Corvino, y pudo estar implicado incluso en la creación de pinturas devocionales enviadas por el rey a Nápoles, como el tríptico conservado en la Cartuja de San Martino.

4.2. Giovanni Todeschino

Giovanni Todeschino, de origen bergamasco y formación veneciana, fue uno de los miniaturistas más relevantes de la corte aragonesa de Nápoles. Trabajó durante años como “miniatore del senyor rey”, produciendo manuscritos de contenido humanístico, patrístico y clásico para varios miembros de la familia real. Su estilo, influido por el Maestro de los Amorcillos y vinculado a la miniatura veneciana “a la antigua”, se enriqueció en Nápoles con elementos flamencos y humanistas, en línea con el gusto cortesano de la época.

Aunque su intervención en el Libro de Horas de Federico III de Aragón fue limitada, su trayectoria artística justifica plenamente su inclusión como uno de los colaboradores. Además, durante su estancia en Francia, Todeschino participó también en la decoración del Libro de Horas de la Sainte-Chapelle, lo que confirma su papel activo en el círculo de artistas al servicio de Federico durante su exilio. Su experiencia y prestigio profesional, avalados por elogios de figuras como Pietro Summonte, lo convierten en una pieza clave para entender el contexto artístico del manuscrito, aunque no se le puedan atribuir muchas miniaturas concretas en este volumen.

4.3. El Maestro de Claudia de Francia

El tercer artista documentado es el llamado Maestro de Claudia de Francia, un miniaturista anónimo activo en el entorno de Tours durante las primeras décadas del siglo XVI. Su nombre convencional proviene de dos pequeños manuscritos realizados para la hija de Luis XII y Ana de Bretaña, y su estilo se caracteriza por la cuidada ejecución de marcos ornamentales con flores, frutos e insectos representados de forma naturalista. Su aportación al Libro de Horas de Federico III consistió en la realización de varios marcos que rodean las miniaturas de Bourdichon, probablemente al inicio de su carrera. En concreto, decoró los márgenes de algunas de estas escenas, enriqueciendo su presentación sin intervenir en la composición pictórica principal.

Este artista fue una figura destacada en la evolución del gusto por la decoración botánica en los libros de horas franceses. Su vinculación con Bourdichon se mantuvo a lo largo del tiempo, colaborando con él en obras como el Misal de Jacques de Beaune, el Trésor de Brunetto Latini, o las Horas Rothschild. También trabajó para otros miembros de la nobleza y el clero, y su obra revela una sensibilidad que, según algunos estudios, estuvo influida por la pintura de Leonardo da Vinci.

4.4. Otros colaboradores

Junto a estos tres maestros, el códice presenta detalles decorativos que revelan la participación de otros colaboradores anónimos. Estos artistas secundarios pudieron encargarse de elementos como letras capitulares, cenefas, fondos ornamentales o detalles florales. Si bien su estilo no es tan reconocible, su labor fue crucial para completar la unidad visual del manuscrito. Trabajaron siguiendo modelos establecidos por los artistas principales, respetando la estética general y reforzando la coherencia decorativa en todo el volumen. Su intervención puede detectarse en diversos detalles marginales repartidos por varios folios, aunque no ha sido posible atribuirles la autoría de ninguna miniatura completa.


5. Descripción material del manuscrito

El Libro de Horas de Federico III de Aragón no solo destaca por su riqueza iconográfica y la calidad de sus miniaturas, sino también por sus características físicas, que lo convierten en un ejemplo extraordinario de los códices de lujo de finales del siglo XV. Cada uno de sus elementos materiales fue cuidadosamente escogido para reflejar el estatus de su comitente y la intención de crear un objeto excepcional tanto para la devoción como para la representación simbólica. Su factura revela un altísimo grado de perfección técnica, así como una atención meticulosa a todos los detalles que componen la experiencia sensorial de su lectura.

5.1. Soporte, dimensiones y encuadernación

El manuscrito está realizado sobre pergamino de gran calidad, un soporte tradicional utilizado en los libros de horas, especialmente en los destinados a personajes de alta nobleza. El pergamino presenta un color uniforme y un acabado fino, lo que permitió un trabajo minucioso tanto en la escritura como en la iluminación. El códice consta de 392 folios, con unas dimensiones aproximadas de 240 × 170 mm, lo que indica que no fue concebido únicamente para el uso privado o portátil, sino también para ser admirado como objeto de prestigio.

Respecto a la encuadernación, aunque el manuscrito no fue encuadernado durante su fase de producción original, actualmente se conserva como un volumen encuadernado completo en la Bibliothèque nationale de France, bajo la signatura ms. lat. 10532. Esta encuadernación moderna ha sido clave para su preservación, permitiendo al mismo tiempo su protección física y su estudio especializado. Gracias a esta conservación unitaria, ha sido posible realizar estudios técnicos detallados y una reproducción facsimilar fiel a la estructura original del códice.

5.2. Técnicas de ornamentación y dorado

Uno de los aspectos más espectaculares del manuscrito es el uso del dorado y la ornamentación. Las iniciales historiadas y los marcos decorativos están ricamente realzados con oro en hoja, aplicado con técnica de bruñido que proporciona un acabado brillante e impactante. En otros casos se utilizó oro en polvo o líquido, que ofrece un efecto más mate, pero igualmente lujoso. Estas técnicas no solo servían para embellecer el manuscrito, sino también para marcar la jerarquía visual de los textos y destacar los pasajes más relevantes.

La decoración marginal es igualmente rica, con motivos vegetales, animales fantásticos, escenas simbólicas o motivos iconográficos complementarios, y elementos heráldicos que integran la simbología personal del comitente. Estas orlas, lejos de ser meros adornos, forman parte del discurso visual del códice y exigen una lectura atenta de cada página. En muchas de ellas se emplean también motivos del repertorio clásico, como bucráneos, clípeos, cornucopias o guirnaldas, que refuerzan la estética renacentista y el carácter solemne del conjunto. El uso del color es otro rasgo notable: las paletas se ajustan al estilo de cada miniaturista, pero comparten una gama viva y armónica, con predominio de los azules, rojos y verdes, combinados con el dorado para generar un efecto de gran sofisticación.

5.3. Estado de conservación y restauraciones

A pesar del paso de los siglos, el Libro de Horas de Federico III de Aragón se encuentra en un estado de conservación notablemente bueno. La calidad del pergamino y los pigmentos utilizados, junto con el entorno controlado en el que se conserva en la Bibliothèque nationale de France, han permitido preservar la viveza de sus colores y el brillo de los dorados.

Las intervenciones de conservación han sido puntuales y respetuosas, centradas principalmente en garantizar la estabilidad del soporte sin alterar sus elementos visuales ni su materialidad original. Su actual encuadernación en volumen ha facilitado tanto su protección física como su manejo adecuado en contextos de estudio y preservación, contribuyendo además a una mejor comprensión del conjunto en su unidad original.

La excelente conservación del códice ha sido también un factor clave para la realización de una edición facsimilar de alta fidelidad, que permite difundir esta obra excepcional sin comprometer la integridad del original.


6. Estructura y contenido del manuscrito

El Libro de Horas de Federico III de Aragón presenta una estructura litúrgica adaptada al uso devocional privado, siguiendo la tradición de los libros de horas tardo-medievales. A pesar de que no se conserva completo y existen lagunas en su configuración original, lo que se ha preservado permite reconstruir con bastante precisión su propósito y funcionamiento. En él se entrelazan oraciones, himnos, salmos y pasajes bíblicos, todos dispuestos según las horas canónicas, para guiar la oración diaria del comitente. Su contenido revela no solo la espiritualidad personal del rey, sino también una sofisticación litúrgica en consonancia con las prácticas religiosas de su tiempo.

6.1. Organización general

El Libro de Horas de Federico III de Aragón responde a la estructura habitual de este tipo de códices, pero con una organización y una riqueza visual que lo distinguen de otros ejemplos contemporáneos. Aunque sigue un uso litúrgico dominico claramente identificable, su disposición responde a una lógica devocional personalizada, más centrada en el ritmo interior de la oración que en el ciclo estricto del año litúrgico. Esta doble orientación, litúrgica en los textos, devocional en la secuencia, permite una lectura flexible, adaptada al uso privado o semipúblico del códice.

El volumen parece haber sido concebido tanto para la meditación individual como para su posible utilización en una capilla privada. Algunas rúbricas, especialmente en las perícopas evangélicas y en la Pasión, sugieren fórmulas de lectura en voz alta o coral. Esta intención se refuerza con la inclusión de ciertos elementos poco frecuentes en libros de horas, como es el caso de las misas votivas, que pueden responder a una práctica comunitaria vinculada al entorno cortesano de Federico.

Aunque el calendario litúrgico original no se ha conservado, todo indica que se encontraba al inicio del códice y fue eliminado durante una reorganización posterior, posiblemente en el siglo XVIII. Su ausencia no impide reconstruir el orden del contenido, que sigue una secuencia articulada en torno a las grandes secciones devocionales del género:

  • Perícopas evangélicas: fragmentos seleccionados de los Evangelios, especialmente vinculados a las principales fiestas cristianas, como la Navidad, la Anunciación, la Epifanía o la Ascensión. En este manuscrito, cada perícopa está precedida por un breve relato de la Pasión según el mismo evangelista, lo que refuerza el tono meditativo y penitencial desde el inicio.
  • Misas votivas: una peculiaridad del manuscrito es la presencia de cinco misas votivas, una por cada día laborable de la semana, ilustradas con escenas del sacerdote celebrando la liturgia. Esta inclusión, poco habitual en los libros de horas, refuerza la hipótesis de un uso también comunitario o colectivo del códice.
  • Horas de la Virgen María: núcleo tradicional del libro de horas, estructurado en torno a las ocho horas canónicas del día. Cada una de ellas va acompañada de una miniatura que ilustra episodios de la vida de la Virgen o de la infancia de Cristo, siguiendo el uso dominicano.
  • Horas de la Cruz: centradas en la Pasión de Cristo, con una miniatura para cada una de las horas litúrgicas (a excepción de Laudes), lo que permite desarrollar un ciclo narrativo completo desde el prendimiento hasta el sepulcro.
  • Horas del Espíritu Santo: encabezadas por la escena de Pentecostés, estas horas incluyen textos dedicados a la tercera persona de la Trinidad, siguiendo también el uso devocional dominico.
  • Salmos penitenciales y letanías: una selección de siete salmos atribuidos al rey David, tradicionales en los libros de horas, que expresan arrepentimiento y súplica. Van seguidos por letanías que invocan a los santos y que, en este caso, no están ilustradas.
  • Oficio de Difuntos: incluye plegarias por las almas de los fallecidos, también según el rito dominico. Abre con una procesión fúnebre y presenta además la imagen de Job en el muladar, una escena bíblica frecuente en esta sección.
  • Oraciones: conjunto diverso de plegarias devocionales, entre las que destacan el Obsecro te y el O intemerata, ambas dirigidas a la Virgen. Algunas de estas oraciones están acompañadas por imágenes con fuerte carga simbólica y teológica, como la de Dios Padre rodeado de serafines o la representación de una hostia sostenida por ángeles.
  • Sufragios: rezos dirigidos a santos particulares, representados individualmente en actitud estática o devocional. En este manuscrito, el número de santos incluidos y su ilustración responden claramente a las devociones del comitente.

6.2. El calendario perdido: hipótesis y reconstrucción

Una de las ausencias más notables del manuscrito es la del calendario litúrgico, una sección que tradicionalmente abría los libros de horas y que contenía el registro de las festividades religiosas a lo largo del año, incluyendo celebraciones locales o particulares. En el caso del Libro de Horas de Federico III de Aragón, este calendario no se ha conservado, pero existen indicios que permiten suponer con bastante seguridad que originalmente formó parte del códice.

Según los estudios realizados, el calendario debía encontrarse al inicio del manuscrito, en el lugar que hoy ocupan las perícopas evangélicas. Sin embargo, una intervención del siglo XVIII, concretamente en el momento en que el manuscrito fue reordenado en París, habría alterado el orden original, eliminando esa primera sección. A esta reorganización se debe también la colocación actual de ciertas miniaturas y fragmentos textuales, lo que refuerza la hipótesis de una pérdida temprana del calendario.

Aunque no se ha podido reconstruir con certeza su contenido, es muy probable que se tratase de un calendario ilustrado adaptado al entorno napolitano y a las devociones particulares de Federico III. En ese caso, habría recogido tanto festividades dominicas como fiestas propias del Reino de Nápoles o de la casa de Aragón. Su ausencia limita la visión completa del programa litúrgico, pero no impide comprender la estructura general del manuscrito ni su función devocional.

6.3. El uso dominico en el que se inscribe

Uno de los elementos fundamentales para entender la organización y el enfoque espiritual del Libro de Horas de Federico III de Aragón es su adscripción al uso dominico. Este detalle no es una suposición, sino que se encuentra explícitamente indicado en algunas rúbricas del manuscrito, especialmente en los encabezamientos del Oficio de la Virgen y del Oficio de Difuntos, donde se menciona que se siguen las costumbres y ordenaciones propias de la Orden de Predicadores.

La elección del uso dominico no debe verse como un rasgo menor o casual. La dinastía aragonesa, tanto en la Península como en Nápoles, mantuvo una estrecha relación con la Orden de Santo Domingo, y esta afinidad espiritual se refleja también en otras obras de la época, como los libros de horas realizados para Isabel de Chiaromonte. En el caso de Federico III, esta elección puede interpretarse como expresión de una devoción personal vinculada al ideal de oración estructurada, penitencia y meditación teológica que caracterizaba a la espiritualidad dominica.

Este uso afecta tanto a la selección de los textos incluidos como a su disposición interna. Así, determinadas variantes en el rezo de las horas, en las invocaciones a los santos o en las fórmulas litúrgicas reflejan una adaptación a la liturgia propia de la orden. Lejos de ser un libro genérico, el manuscrito responde a un marco devocional concreto, cuidadosamente elegido y coherente con la formación intelectual y espiritual del comitente.


7. Análisis iconográfico

El Libro de Horas de Federico III de Aragón destaca no solo por la riqueza de su contenido textual y su refinamiento material, sino por el extraordinario programa iconográfico que articula todo el manuscrito. Las imágenes que lo decoran no cumplen una función meramente ilustrativa; son vehículos del sentido, estrategias de comunicación visual que dialogan con el texto y reflejan tanto los ideales devocionales del comitente como las corrientes artísticas de su época. A lo largo del códice, se despliega una iconografía compleja, llena de referencias simbólicas, citas visuales y soluciones compositivas que lo sitúan en la encrucijada entre la tradición medieval y las nuevas formas renacentistas.

7.1. Estilo y evolución artística en las miniaturas

El manuscrito es, en muchos sentidos, un catálogo visual del tránsito estilístico que vivió Europa a finales del siglo XV. En sus folios conviven elementos propios del gótico internacional, como la minuciosidad ornamental, la simetría y el decorativismo de las orlas, con una evolución clara hacia fórmulas renacentistas, más centradas en la corporeidad de las figuras, la naturalidad de los gestos y la organización espacial basada en la perspectiva.

Esta variedad se debe a la intervención de varios miniaturistas con trayectorias y estilos distintos, lo que permite observar cómo se superponen sensibilidades distintas: desde la exuberancia napolitana, todavía enraizada en lo medieval, hasta la sobriedad elegante de la escuela francesa. El resultado es una obra plural, que permite seguir la transformación de las convenciones pictóricas desde una representación más simbólica a una más naturalista, sin perder coherencia interna. Todo ello con el estilo de Jean Bourdichon como eje visual que da cohesión al conjunto.

7.2. El lenguaje de lo clásico y lo moderno

Uno de los logros más notables del códice es su capacidad para integrar lo clásico y lo moderno en un mismo discurso visual. Algunas miniaturas muestran un conocimiento evidente del lenguaje de la antigüedad clásica, visible en arquitecturas de inspiración romana, en la indumentaria de ciertos personajes o en la representación idealizada de los cuerpos. Este repertorio clásico se manifiesta también en numerosos detalles ornamentales, como los bucráneos, clípeos, cornucopias, jarrones, mascarones o guirnaldas vegetales, presentes en muchas cenefas y estructuras arquitectónicas del códice. Este interés por lo clásico se inscribe en la mentalidad humanista que Federico III compartía con otros monarcas cultos de su tiempo.

Al mismo tiempo, el manuscrito introduce innovaciones formales propias del Renacimiento temprano: uso de la luz y la sombra para modelar el volumen, disposición escénica de los personajes, mayor expresividad en los rostros y un naturalismo incipiente en los paisajes. Esta fusión entre lo clásico y lo moderno no genera contradicción, sino que enriquece el mensaje visual, haciendo del códice una obra de frontera entre dos épocas y dos formas de entender el arte.

7.3. Estrategias de representación visual

Las miniaturas del Libro de Horas no se limitan a mostrar lo que el texto narra; muchas veces introducen elementos visuales que lo amplifican, lo reinterpretan o lo trasladan a otro plano simbólico. Esta estrategia refuerza el carácter meditativo del libro, invitando al lector no solo a leer, sino a contemplar, a detenerse en las imágenes para profundizar en su significado.

Entre las estrategias más frecuentes destacan el uso de marcos arquitectónicos que guían la mirada, la división en registros narrativos, la inserción de elementos heráldicos o personales, y la inclusión de motivos simbólicos o iconográficos complementarios en las orlas que complementan la escena principal. Estas decisiones no son aleatorias, sino fruto de una planificación visual que busca implicar activamente al lector-espectador y reforzar la dimensión espiritual del acto de lectura.

7.4. Elementos personales: escudos, lemas, símbolos

A lo largo del manuscrito aparecen numerosos elementos que aluden de forma explícita a la figura de Federico III de Aragón. El más evidente es su escudo heráldico, que aparece repetido en varias páginas, a veces como motivo central, otras veces como detalle integrado en las orlas. Este escudo no es un simple adorno, sino una afirmación de identidad: el códice es, a la vez, libro de oración y emblema del poder legítimo del comitente.

También destacan los lemas personales y los símbolos que refuerzan esa identidad, como el emblema Victorie Fructus, cuya presencia analizaremos en más detalle en un apartado posterior.
Estos signos visuales no solo afirman la autoría del encargo, sino que inscriben al comitente dentro de una lógica de representación dinástica y devocional, donde el poder terrenal y el ideal cristiano convergen.

Algunas de estas empresas personales, como el pozo con baldes entre llamas o el libro rodeado de fuego, no solo aparecen en la miniatura final (f.392), sino que se anticipan en escenas clave como la Pasión según san Juan (f.62), estableciendo una conexión simbólica entre el sufrimiento de Cristo y el ideal de resistencia espiritual del comitente.

7.5. Análisis de miniaturas destacadas

El Libro de Horas de Federico III de Aragón despliega a lo largo de sus páginas un programa visual extraordinariamente variado, que combina escenas narrativas, representaciones simbólicas, visiones celestiales y retratos de santos. Las miniaturas seleccionadas para su análisis permiten recorrer los principales bloques temáticos del manuscrito y observar la diversidad de enfoques artísticos empleados. Este recorrido revela no solo la riqueza técnica y expresiva de los miniaturistas, sino también la intención de dotar al códice de una estructura visual coherente, en la que cada imagen fortalece el contenido devocional del texto que acompaña.

• Perícopas Evangélicas

San Mateo (f.2)

La miniatura que introduce las perícopas evangélicas representa a san Mateo como autor inspirado, siguiendo una iconografía clásica. Se le muestra escribiendo su evangelio ante un atril, con un cálamo en la mano y un raspador, acompañado del ángel, su símbolo tradicional, que sostiene un libro abierto, aludiendo a la inspiración divina. Esta imagen del evangelista como amanuense fue reutilizada por Bourdichon tanto en las representaciones de los otros evangelistas del códice como en obras posteriores.

La escena transcurre en una logia renacentista revestida de mármol moteado, que se abre al fondo hacia un paisaje natural. La campiña comienza con vegetación en tonos verdes y se difumina suavemente en azules lejanos, aportando profundidad y serenidad a la composición.

Como el resto de miniaturas del manuscrito, la imagen está encuadrada por un falso marco de madera que simula los de las pinturas sobre tabla, integrado en una estructura decorativa con formas escultóricas de estilo renacentista. La cenefa exterior presenta candelabros dorados sobre fondo rojo, adornados con perlas, piedras preciosas y sartas colgantes. La página opuesta, con el íncipit del texto de la perícopa, reproduce el mismo esquema decorativo con variación de colores.

San Marcos (f.24)

La miniatura que introduce el evangelio de Marcos sigue el mismo esquema que la de san Mateo: el evangelista aparece escribiendo su obra, acompañado por su símbolo tradicional, el león, recostado en primer plano frente al escritorio. La disposición refuerza la idea de autor inspirado, en plena labor de redacción.

El entorno en el que se sitúa la escena es más sobrio que en la miniatura anterior: las paredes están revestidas de ladrillo y, al fondo, se distinguen un estante con libros y un atril de madera calada. Todo ello contribuye a una ambientación sencilla pero cuidada, que centra la atención en la figura del santo y en su tarea.

La composición se inserta en un edículo arquitectónico sobrio, y queda enmarcada por una cenefa con candelabros dorados sobre fondo púrpura oscuro. La decoración se completa con motivos vegetales, perlas, piedras de colores y sartas colgantes que cuelgan en guirnaldas, siguiendo un vocabulario ornamental de inspiración antigua. Las sombras marcadas realzan el volumen de los elementos. En la página opuesta, donde comienza el texto del evangelio, se repite la misma estructura decorativa, aunque con variaciones cromáticas que enriquecen el conjunto.

San Lucas (f.42)

La representación de san Lucas mantiene el planteamiento iconográfico empleado en las miniaturas anteriores. Se le muestra como autor en plena escritura de su evangelio, acompañado por su animal simbólico, el buey, que aparece a su lado. Esta continuidad en la presentación refuerza la unidad visual del ciclo de las perícopas.

El escenario es sobrio: un espacio interior con paredes de ladrillo y dos ventanas que aportan luz al conjunto. En el fondo de la estancia, una mesa sobre la que descansan dos libros abiertos completa el entorno de trabajo, en el que se acentúa la concentración intelectual de la escena.

La miniatura está enmarcada por una estructura decorativa de inspiración renacentista, que imita el mármol con gran detalle. A su alrededor, una cenefa de candelabros dorados sobre fondo rojo se enriquece con elementos polícromos del repertorio ornamental a la antigua, como perlas, guirnaldas y piedras engastadas, todos ellos resaltados por sombras marcadas que aportan volumen y profundidad.

La página opuesta, donde comienza el texto de las perícopas de Lucas, reproduce el mismo marco decorativo, aunque con una gama cromática distinta, manteniendo así la armonía visual entre imagen y texto.

San Juan (f.62)

La miniatura que introduce la Pasión según san Juan muestra al evangelista en la isla de Patmos, lugar de su destierro según la tradición. Sentado sobre una roca, con el águila —su símbolo— a su lado, aparece escribiendo el Apocalipsis, el libro de las visiones que, según el relato, tuvo en ese lugar. El entorno natural está representado con un paisaje costero armonioso, donde las orillas cubiertas de hierba y los montes azulados se funden con el cielo al fondo, evocando la atmósfera isleña.

La escena está enmarcada por una estructura que simula un retablo con formas escultóricas, sobre un zócalo que incluye una inscripción dorada con referencias a la figura de san Juan como testigo directo de Cristo. La cenefa exterior, sobre fondo azul, se adorna con candelabros dorados, sartas de perlas y piedras, bucráneos, jarrones y un colgante central con piedra azul en trompe-l’œil.

En la página enfrentada, que contiene el inicio del texto evangélico, se repite el mismo esquema decorativo. Destacan allí las Arma Christi y dos cornucopias con el lema VICTORIE FRUCTUS, símbolo personal de Federico de Aragón, reforzando el vínculo entre el tema de la Pasión y el comitente del manuscrito.

• Misas Votivas

El Libro de Horas de Federico III de Aragón incorpora un conjunto excepcional de cinco misas votivas, una por cada día laborable de la semana, cada una introducida por una miniatura a página entera. Este elemento, poco habitual en los libros de horas, subraya tanto el valor litúrgico del manuscrito como la importancia que el comitente concedía a la celebración eucarística en su vida devocional. De estas cinco imágenes, se han seleccionado tres para su análisis, por su riqueza simbólica y su variedad compositiva.

La primera de ellas muestra al sacerdote durante el ofertorio de la misa de la Santa Cruz, de pie ante el altar, con la hostia y el cáliz preparados, mientras al fondo se distinguen los fieles arrodillados en oración. La escena transcurre en un espacio cerrado, con muros de ladrillo y dos altas ventanas con vidrieras. El marco dorado que rodea la miniatura está coronado por un fastigio decorado con volutas y racimos con formas de acanto, mientras que la cenefa inferior combina candelabros, volutas vegetales y un borde laureado.

En otra imagen, el sacerdote aparece arrodillado ante el altar durante la elevatio calicis, flanqueado por dos diáconos que lo asisten: uno sostiene la casulla y otro una vela encendida. El altar está presidido por un retablo dorado que representa a la Virgen con el Niño, adorada por dos donantes. En lo alto, un tabernáculo circular completa la escena, que se inscribe dentro de un edículo arquitectónico de inspiración renacentista. La cenefa se enriquece con candelabros policromos sobre fondo rojo y tres clípeos que recogen fragmentos de una oración cristológica en letras doradas, distribuidos entre este folio y el siguiente.

La tercera miniatura representa la misa por los fieles difuntos. El sacerdote aparece de espaldas al altar, levantando la patena en el momento clave del rito. El espacio arquitectónico es una capilla circular, con un tabernáculo suspendido que repite esa misma forma geométrica. Sobre el altar, flanqueado por velas, se dispone un misal abierto y un retablo con cuatro santos. La escena se inserta como un retablo enmarcado por una arquitectura apoyada sobre plintos esculpidos, con una cenefa en tonos oscuros decorada con elementos vegetales, piedras engastadas y perlas.

Estas tres representaciones ilustran distintas fases del rito con notable atención al detalle y gran variedad escenográfica, reforzando la centralidad de la misa dentro del programa visual del manuscrito.

• Horas de la Virgen María

La Natividad (f.134)

La miniatura que introduce la hora Prima representa la escena de la Natividad, tal como se narra en el evangelio de san Lucas. Ambientada en el interior de un establo, muestra en primer plano al Niño Jesús acostado en un pesebre, mientras la Virgen María, arrodillada, lo contempla en actitud de adoración. Tras ella, aparece parcialmente visible la figura de san José, junto con las cabezas del buey y la mula, que aluden a la tradición recogida en el evangelio apócrifo del pseudo-Mateo, donde ambos animales reconocen al Señor.

En la parte posterior de la escena, unos pastores se asoman por las aberturas del establo, integrando así el anuncio del nacimiento en el contexto del entorno inmediato. Más allá, se vislumbran los edificios de Belén y una sucesión de suaves montañas que completan el fondo paisajístico.

La miniatura está enmarcada por una arquitectura de estilo renacentista, a modo de retablo, y rodeada por un friso decorativo formado por racimos floridos de acanto, dispuestos sobre un fondo violáceo y adornados con perlas y piedras engastadas. En la página opuesta, el inicio del texto se presenta enmarcado por una decoración idéntica, pero sobre un fondo azul y con un fino borde rojo que unifica visualmente el conjunto.

El anuncio a los pastores (f.140)

Esta miniatura, que introduce la hora Tercia, representa el anuncio del nacimiento de Cristo a los pastores, según el evangelio de san Lucas. Un ángel dorado desciende del cielo para proclamar la buena nueva, iluminando un paisaje nocturno que resplandece con luz divina. En primer plano, los pastores, reunidos alrededor de una hoguera mientras vigilan su rebaño, alzan la mirada hacia el cielo. Uno de ellos, centrado en la escena, toca una gaita, añadiendo una dimensión sonora al ambiente devocional.

El miniaturista construye la atmósfera nocturna mediante una gama cromática cuidadosamente elegida: los tonos violetas del rebaño en primer plano se transforman progresivamente en azules profundos que dominan el paisaje arquitectónico y fluvial del fondo. Destacan especialmente los efectos de luz del fuego, cuyos reflejos rojizos iluminan los rostros de los pastores, y en particular al músico.

La escena se inscribe dentro de un edículo arquitectónico coronado por una luneta de mármol, decorada con un clípeo dorado que contiene un perfil femenino. El marco se completa con una cenefa de estilo clásico, compuesta por candelabros dorados sobre fondo violáceo, sartas colgantes, elementos vegetales, perlas y piedras engastadas. En la página opuesta, se repite el diseño decorativo, con variaciones cromáticas y un clípeo con perfil masculino laureado, que parece mirar hacia el anterior.

Herodes ordena la matanza de los inocentes (f.168)

La escena que introduce la oración de Completas representa un episodio especialmente crudo: la matanza de los inocentes narrada en el evangelio de san Mateo. El momento escogido no es el de la matanza en sí, sino el posterior, cuando los soldados regresan ante Herodes. La composición se construye a partir de un primer plano cerrado que acentúa la violencia del acto: el rey aparece sentado en su trono, mientras a sus pies yacen los cuerpos sangrantes de dos niños, y en el fondo se distingue un tercer infante atravesado por una lanza. El trono de Herodes, bajo un dosel azul ricamente decorado, domina la escena dentro de una estancia vacía y sombría, que enfatiza el contraste entre el poder real y la brutalidad del mandato ejecutado.

La miniatura se inscribe en una estructura arquitectónica de estilo renacentista, coronada por un fastigio vegetal presidido por un águila coronada de alas abiertas. El marco se enriquece con una cenefa de candelabros dorados sobre fondo azul, decorada con elementos clásicos: sartas colgantes, flores, hojas, mascarones y piedras preciosas engastadas. En la página enfrentada, el íncipit del texto continúa con el mismo esquema ornamental, introduciendo ligeras variaciones en los colores.

• Horas de la Cruz

Cristo ante Pilatos (f.182)

La escena de Cristo ante Pilatos introduce la hora Prima y reúne, en una sola imagen, los distintos relatos evangélicos que describen el juicio de Jesús ante el gobernador romano. En un entorno palaciego, se representa a Jesús conducido por una multitud agitada compuesta por soldados, sacerdotes y ancianos del pueblo. Pilatos, sentado en un sitial de madera ricamente tallado, escucha al acusado con gesto de autoridad, mientras la masa que lo rodea porta lanzas, antorchas y palos, acentuando la tensión del momento. La escena transmite un ambiente denso y tumultuoso, reflejo de la presión ejercida sobre el poder romano.

La composición se desarrolla en el interior de un palacio y está enmarcada por un edículo arquitectónico de formas renacentistas. El marco decorativo se completa con una cenefa de candelabros dorados sobre fondo azul, que apoya sobre una base profusamente ornamentada. En ella destacan dos amorcillos enfrentados que cabalgan sobre delfines mientras sostienen una concha con una piedra engastada, flanqueados por dos tritones alados que soplan flautas primitivas. Este conjunto decorativo aporta un contrapunto fantástico y alegórico a la gravedad de la escena central.

En la página opuesta, el íncipit de la hora Prima mantiene el mismo esquema ornamental, con leves variaciones cromáticas.

La Crucifixión (f.194)

La miniatura que introduce la hora Nona representa el momento culminante de la Pasión: Cristo agoniza en la cruz, rodeado por un nutrido grupo de soldados. En el extremo izquierdo, san Juan sostiene a la Virgen María, visiblemente abatida por el dolor. Detrás de ellos, María de Cleofás y María Magdalena comparten el duelo en un gesto colectivo de aflicción. La composición se organiza de forma centralizada, con las figuras más relevantes en primer plano y, al fondo, la ciudad de Jerusalén sumida en la oscuridad, subrayando así la atmósfera dramática de la escena.

La imagen está enmarcada por un edículo arquitectónico renacentista y rodeada por una cenefa de candelabros dorados sobre fondo violáceo, adornados con piedras engastadas, perlas, placas e inscripciones doradas. En las placas del borde superior e inferior se leen versículos de los Salmos e Isaías que remiten directamente al sufrimiento de Cristo. Los clípeos laterales recogen citas de Zacarías y de la liturgia de Semana Santa, reforzando la densidad simbólica del conjunto.

La página opuesta, que contiene el íncipit de la hora Nona, reproduce el mismo esquema ornamental y continúa con nuevas inscripciones bíblicas que refuerzan la dimensión teológica del sacrificio de Cristo.

• Oficio de Difuntos

Procesión fúnebre (f.242)

Esta miniatura introduce las Vísperas del Oficio de Difuntos con una representación profundamente realista del cortejo fúnebre que acompaña un catafalco hacia la iglesia donde tendrá lugar el rito final. El cortejo, dispuesto en forma de curva, se despliega de izquierda a derecha, con la parte trasera del féretro en primer plano. La escena está ambientada en un entorno urbano que recuerda a una ciudad contemporánea: en el fondo se aprecian torres, tejados a dos aguas y chapiteles, lo que refuerza la sensación de inmediatez y verosimilitud.

Participan en el cortejo frailes franciscanos en primer plano, seguidos por diáconos, plañidores y laicos, todos acompañados por cirios encendidos. A la derecha, se vislumbra el interior de una iglesia gótica, abarrotada e iluminada. En segundo plano, un hombre cava una tumba en el cementerio, anticipando el desenlace del rito. En el borde inferior del marco aparece la inscripción en rojo: PLACEBO DOMINO IN REGIONE [VIVORUM].

La escena está enmarcada por un edículo arquitectónico coronado por un fastigio con una calavera, y rodeada por una cenefa de candelabros dorados sobre fondo azul, decorada con guirnaldas, cuentas colgantes, perlas, piedras engastadas y motivos clásicos. La decoración se repite, con variaciones cromáticas, en la página opuesta que contiene el íncipit del oficio.

• Oraciones

Dios Padre en el trono rodeado de serafines y querubines (f.288)

La imagen que introduce el salmo Qui habitat presenta a Dios Padre entronizado en el centro de una mandorla compuesta por serafines y querubines. Con los pies sobre el globo terráqueo, bendice con la mano derecha mientras sostiene con la izquierda el libro abierto de la Ley. La escena transmite solemnidad y autoridad divina, subrayando la centralidad de la figura de Dios como juez y legislador.

El marco arquitectónico que encuadra la miniatura incluye las inscripciones EGO SUM ALPHA ET ΩΩ y PRINCIPIUM ET FINIS, en referencia al principio y fin de todas las cosas. Rodeando la escena, una cenefa sobre fondo azul desarrolla un friso vegetal con flores abiertas. La página enfrentada, con el íncipit del salmo, reproduce esta decoración con una gama cromática diferente.

La Asunción de la Virgen María (f.308)

La escena muestra a la Virgen María elevada en gloria sobre una nube, sostenida por ángeles y rodeada de querubines. Envuelta en un resplandor dorado que varía del naranja al amarillo, María aparece como Regina cœlis (Reina del cielo), mientras en lo alto Cristo la bendice, portando el globo crucífero y rodeado de serafines.

La composición está enmarcada por un edículo de inspiración renacentista y flanqueada por candelabros clásicos sobre fondo azul. La base arquitectónica se complementa con un jarrón de frutas pintado en trompe-l’œil, que aporta profundidad y naturalismo. La página enfrentada reproduce el mismo diseño decorativo, con ligeras variaciones cromáticas.

San Bernardo tentado por el diablo (f.330)

La miniatura ilustra un episodio de la Leyenda de los siete versos, en el que san Bernardo de Claraval, arrodillado en el interior de una iglesia gótica, se enfrenta al diablo mostrándole un libro abierto. El gesto del santo subraya el poder de la oración y la escritura sagrada frente a la tentación.

La escena está enmarcada por una estructura arquitectónica clásica, y rodeada por una cenefa con candelabros dorados sobre fondo azul, decorada con piedras preciosas, perlas, sartas colgantes y elementos ornamentales a la antigua, que refuerzan el carácter solemne y simbólico de la representación.

• Sufragios

Santiago el Mayor (f.338)

El apóstol Santiago se presenta como peregrino, ataviado con túnica, manto y sombrero decorado con la característica vieira. Porta el bordón en una mano mientras sostiene y lee un libro abierto, en clara alusión a su papel como evangelizador.

La miniatura está encuadrada en un marco arquitectónico ornamentado con engastes dorados, piedras preciosas, perlas y figuras de sirenas aladas. El conjunto se completa con una cenefa decorativa de ramas floridas sobre fondo azul, que aporta dinamismo y riqueza visual a la imagen.

San Miguel Arcángel (f.358)

San Miguel se representa en plena acción, empuñando su espada para asestar el golpe final al dragón que yace derrotado a sus pies. La escena, ambientada entre rocas en llamas, subraya el carácter combativo del arcángel como vencedor del mal.

La miniatura está concebida como un retablo, enmarcada por un edículo arquitectónico de estilo renacentista. A ambos lados, una cenefa de candelabros dorados sobre fondo azul añade un marco decorativo solemne, reforzando la majestuosidad de esta figura celestial.

San Jorge Mártir (f.374)

San Jorge aparece montado a caballo, vistiendo una brillante armadura, en el momento decisivo en que atraviesa con su lanza al dragón, salvando a la princesa arrodillada tras él en actitud de oración. La escena resalta tanto la dimensión heroica del santo como su papel de protector.

La miniatura se inscribe en una placa policromada que, en su parte superior, contiene la inscripción dorada HIC EST VERE MARTIR QUI SANGUINEM SUUM FUDIT, destacando su condición de verdadero mártir. El conjunto está enmarcado por una cenefa de ramas floridas con engastes de piedras preciosas y perlas, todo ello delimitado por un elegante marco laureado.

Santa Margarita (f.380)

Santa Margarita se representa en el momento milagroso en que emerge ilesa del vientre del dragón, símbolo del demonio que la había engullido. Encerrada en una torre, aparece con las manos juntas sosteniendo un crucifijo, en actitud de ferviente oración, reafirmando su fe como fuente de salvación.

La escena está enmarcada por un edículo arquitectónico de estilo renacentista, que realza su carácter sacro. La cenefa que rodea la imagen, decorada con candelabros a la antigua sobre fondo azul, aporta un marco solemne y refinado, acorde con la importancia de la santa en el conjunto del manuscrito.

Escudo con las armas heráldicas y las empresas de Federico de Aragón (f.392)

Esta miniatura a toda página funciona como emblema visual del comitente. El escudo de armas de Federico de Aragón aparece centrado sobre fondo rojo púrpura, perfilado en oro y enmarcado por un contorno resaltado en negro. La cimera, rematada por un dragón alado y decorada con hojas de acanto gris y azul, corona el escudo y lo vincula simbólicamente al linaje y la nobleza. El conjunto cuelga del tronco de un árbol, del que también penden una espada, una rica cimitarra y una placa dorada con la inscripción: DUCIT AD SUMMOS GLORIA COELITES (“La gloria conduce a los más altos cielos”), lema que subraya la dimensión idealizada del poder.

En las esquinas del marco, unos medallones dorados sobre fondo negro contienen dos empresas personales de Federico: el pozo con baldes entre llamas y el libro rodeado de fuego, símbolos que remiten a sus ideales, su saber y su resistencia frente a la adversidad. Esta imagen no representa a un santo, como es habitual en el ciclo de sufragios, sino que actúa como firma simbólica y culminación personal de la secuencia devocional del manuscrito.


8. Relevancia crítica y legado cultural

El Libro de Horas de Federico III de Aragón ha experimentado un interesante proceso de revalorización a lo largo del tiempo. De una obra descontextualizada, olvidada en parte y sin atribución clara durante siglos, ha pasado a ocupar un lugar destacado en los estudios sobre manuscritos iluminados del Renacimiento. Este reconocimiento no solo se debe a su calidad artística, sino también a su valor como documento histórico y expresión de un momento de transición cultural. El manuscrito permite, hoy, reflexionar sobre el modo en que los objetos devocionales podían convertirse en vehículos de identidad personal, de representación política y de diálogo entre tradiciones artísticas diversas.

8.1. Estudios e interpretaciones clave

Durante mucho tiempo, el códice fue conocido solo parcialmente a través de algunos de sus folios, conservados sin una identificación precisa. Fue gracias a la labor de historiadores del arte y especialistas en manuscritos iluminados cuando se comenzó a reconstruir su unidad original y a reconocer su vinculación con Federico III de Aragón. El análisis estilístico, el cotejo heráldico y el estudio comparado de las miniaturas permitieron situarlo dentro de una genealogía concreta y atribuir las distintas intervenciones a artistas bien conocidos.

Estudios recientes, como los dirigidos por François Avril sobre miniaturistas franceses, así como el volumen monográfico publicado por la editorial cARTEm, han sido decisivos para consolidar esta interpretación del manuscrito como una obra regia de gran ambición, tanto devocional como estética. En ellos se analiza no solo la autoría artística, sino también el contexto litúrgico, iconográfico y político del códice.

La crítica moderna ha subrayado su valor como ejemplo de producción híbrida, en la que se entrecruzan influencias italianas y francesas. Asimismo, se ha interpretado como testimonio de una práctica devocional regia que combina el uso personal del libro con una fuerte carga simbólica. Estas interpretaciones han contribuido a consolidar su prestigio entre los códices más singulares de su época, y han hecho posible que se plantee su edición facsimilar como una vía privilegiada de acceso y conservación, alineada con los estándares contemporáneos de difusión científica y patrimonial.

8.2. Valor simbólico e histórico del códice

Más allá de su belleza visual, el manuscrito posee un alto valor simbólico como reflejo de la figura de Federico III en un momento crítico para su reinado. El códice no es solo un objeto piadoso, sino una manifestación de su identidad regia, en la que se entrelazan devoción privada y representación del poder. El uso del escudo de armas, los lemas, los santos protectores y las escenas seleccionadas no responde únicamente a una tradición litúrgica, sino a una voluntad de proyectar una imagen del comitente como príncipe sabio, devoto y legítimo.

Históricamente, el códice permite entender mejor el contexto cultural del Reino de Nápoles y el modo en que el arte del libro servía como herramienta de representación. También ilustra cómo las obras manuscritas podían sobrevivir a los avatares políticos, a veces fragmentadas o descontextualizadas, pero aún portadoras de significados profundos. Su dispersión, su posterior identificación y su recuperación forman parte de esa historia larga de los objetos que viajan, se transforman y se reactivan bajo nuevas perspectivas interpretativas, según las inquietudes de cada contexto histórico.

8.3. Su lugar en la historia del arte y la bibliografía

Dentro del panorama de los libros de horas, el de Federico III ocupa un lugar muy particular. No forma parte de una gran serie cortesana como la de los duques de Borgoña, ni responde de forma lineal a una única tradición estilística, como sucede con algunos ejemplares flamencos o italianos de su tiempo. Su carácter fragmentario, la pluralidad de manos que lo componen y su inscripción en un contexto cultural menos centralizado, como el del Reino de Nápoles, le otorgan una posición singular, no por ello menos relevante.

Desde el punto de vista artístico, constituye una muestra brillante de cómo lenguajes visuales distintos pueden integrarse en un todo armónico. El diálogo entre influencias góticas, elementos clásicos y soluciones renacentistas convierte al manuscrito en un testimonio excepcional del eclecticismo de su época. En el ámbito bibliográfico, representa una etapa avanzada en la evolución del libro de horas: una forma más personal, compleja y simbólica, en la que la oración individual se mezcla con la afirmación de estatus y con un proyecto artístico cuidadosamente ideado.

Hoy, ocupa un lugar destacado en el campo de la investigación sobre manuscritos iluminados del Renacimiento, y su edición facsimilar ha contribuido decisivamente a su proyección internacional, facilitando su estudio a investigadores, coleccionistas y amantes del arte. Su historia, marcada por la fragmentación, la movilidad y la posterior recuperación, lo convierte además en un caso ejemplar dentro de los estudios contemporáneos sobre reconstrucción de códices dispersos y circulación del patrimonio bibliográfico en Europa.


9. El facsímil de cARTEm

La recuperación del Libro de Horas de Federico III de Aragón no habría sido posible en su dimensión actual sin la labor editorial llevada a cabo por cARTEm, empresa especializada en la edición facsimilar de obras patrimoniales. Gracias a su intervención, este manuscrito, hasta hace poco conocido solo por especialistas, ha pasado a estar al alcance de coleccionistas, investigadores y aficionados al arte del libro. La edición facsímil ha permitido no solo reproducir el contenido visual con fidelidad, sino también devolverle al códice una unidad conceptual y estética que había perdido a causa de su dispersión y anonimato. Esta labor editorial constituye, en sí misma, un hito dentro de la historia moderna del manuscrito.

9.1. La editorial cARTEm

cARTEm es una editorial española especializada en la edición facsimilar de obras patrimoniales. Su trayectoria comienza en 2007 con CM Editores, una firma pionera en el campo del facsímil de alta gama, que más adelante reorganiza sus líneas editoriales bajo el nombre de cARTEm. Desde sus inicios, ha desarrollado proyectos centrados en códices medievales, libros ilustrados, cartografía antigua, grabados y documentos excepcionales vinculados a la historia del arte y la imprenta.

Logotipo de la editorial cARTEm

Su catálogo incluye obras de gran relevancia, como el Papiro de Ani, el Absolute Durero, el Evangeliario de Carlos de Angulema o el Libro de Horas del Delfín de Francia, entre muchos otros. Estas ediciones se distinguen por su fidelidad al original y por la excelencia de sus acabados, fruto de un proceso de reproducción que incluye fotografía de altísima resolución, tratamiento del color, estampación especializada, encuadernación artesanal y técnicas de dorado tradicionales.

cARTEm colabora habitualmente con instituciones de prestigio internacional, como la Biblioteca Nacional de España, la Bibliothèque nationale de France o la British Library, y trabaja con un equipo multidisciplinar formado por historiadores, restauradores, fotógrafos, artesanos y traductores. Cada una de sus ediciones está numerada, certificada notarialmente y concebida no solo como reproducción, sino como objeto de colección y de transmisión cultural.

9.2. El facsímil del Libro de Horas de Federico III

La edición facsimilar del Libro de Horas de Federico III de Aragón ha sido descrita por la propia editorial como el proyecto más ambicioso de su historia. Su realización supuso un minucioso trabajo de documentación, análisis técnico y reproducción material, dada la complejidad del manuscrito.

El facsímil reproduce con fidelidad cada una de las 392 páginas del original, respetando no solo el tamaño y los colores, sino también la textura del pergamino, el brillo del oro bruñido, el efecto mate del oro en polvo y la riqueza de los pigmentos originales. Para ello, cARTEm ha empleado técnicas de estampación con relieve, impresión de precisión y uso de pergaminata especialmente tratada. Cada ejemplar busca restituir la experiencia visual y táctil que habría tenido el comitente renacentista al pasar sus páginas.

La edición consta de setenta y siete (77) ejemplares numerados en romano, destinados al Depósito Legal, la Biblioteca Nacional de España, la editorial y sus colaboradores; y de novecientos noventa y nueve (999) ejemplares numerados en arábigo, de los cuales forma parte el presente volumen. Este tiraje, certificado ante notario, garantiza la autenticidad y unicidad de cada ejemplar, reforzando su valor como obra editorial de colección.

Uno de los mayores logros de esta edición ha sido restituir la unidad visual y conceptual del códice, perdida debido al olvido de su procedencia y a la falta de atribución durante siglos. Gracias a la labor de cARTEm, este manuscrito puede ahora contemplarse por completo, como una obra coherente, tal como pudo haber sido concebida originalmente por Federico III de Aragón.

9.3. Elementos complementarios

La edición del Libro de Horas de Federico III no se limita a la reproducción del manuscrito. Como es habitual en los proyectos de cARTEm, se acompaña de un volumen de estudios que reúne investigaciones especializadas sobre su historia, iconografía, contexto artístico y autores. Entre los estudios incluidos destacan los análisis paleográficos, artísticos y heráldicos que han permitido identificar la autoría del encargo, así como su evolución a lo largo del tiempo.

El conjunto se presenta en una caja o estuche de materiales nobles, diseñada para proteger y exhibir la obra, y se completa con un certificado notarial de autenticidad que acredita tanto el número de ejemplar como su pertenencia a una edición limitada. Estos elementos forman parte de una filosofía editorial que concibe cada facsímil no solo como una copia técnica, sino como una obra de arte contemporánea, fiel al original y destinada a perdurar.

Esta edición, por su rigor, su belleza y su ambición, permite devolver al Libro de Horas de Federico III su lugar en la historia cultural europea, poniéndolo al alcance de investigadores, coleccionistas y amantes del arte, y convirtiéndolo en una pieza singular de conservación, estudio y disfrute.


10. Curiosidades

A lo largo del proceso de estudio, recuperación y edición del Libro de Horas de Federico III de Aragón han surgido numerosos detalles que, sin ser centrales en el análisis histórico o artístico del manuscrito, aportan matices sorprendentes a su historia. Estos aspectos anecdóticos, fragmentarios o insólitos contribuyen a enriquecer nuestra percepción de la obra y a destacar su carácter excepcional. Son huellas de su recorrido, silencios reveladores o hallazgos fortuitos que dan testimonio de la complejidad de su existencia como objeto histórico.

10.1. Una obra con identidad fragmentada

Durante siglos, el manuscrito permaneció sin una identificación clara. Aunque se conserva íntegro y encuadernado actualmente en la Bibliothèque nationale de France, su origen y unidad pasaron desapercibidos durante mucho tiempo. Las miniaturas, a pesar de su calidad excepcional, fueron consideradas piezas independientes, sin conexión aparente entre sí. Algunas incluso fueron catalogadas como obras aisladas o incluidas en fondos ajenos, lo que dificultó aún más su reconocimiento como parte de un mismo códice.

La recuperación de su verdadera identidad fue posible gracias a la convergencia de diversas disciplinas, historia del arte, codicología, heráldica, que permitieron reconstruir su unidad, identificar a los miniaturistas implicados y vincular el conjunto con su comitente: Federico III de Aragón. El olvido de su procedencia y la falta de estudios especializados durante siglos provocaron ese “anonimato prolongado” que hoy contrasta con el valor que se le reconoce como obra maestra del arte bibliográfico renacentista.

10.2. El escudo reaparecido en el colofón

Uno de los momentos clave para la identificación del manuscrito fue el hallazgo del escudo de armas de Federico de Aragón en el colofón de la oración Obsecro te. Este escudo, discretamente integrado en el diseño decorativo de la página, pasó durante mucho tiempo desapercibido. Sin embargo, su análisis heráldico permitió establecer un vínculo directo con el comitente. La aparición del escudo no solo confirmó la autoría del encargo, sino que reorientó la interpretación global del manuscrito, permitiendo reconstruir su unidad conceptual a partir de una única señal heráldica.

10.3. El emblema Victorie Fructus y su representación en la obra

Uno de los lemas más enigmáticos y personales del manuscrito es el que reza Victorie Fructus (“el fruto de la victoria”). Este emblema aparece representado de distintas formas a lo largo del códice, a veces junto al escudo, otras integrado en las orlas o en cartelas discretas. Por ejemplo, puede verse claramente en el folio 62, en el marco de la Pasión según san Juan. Su significado abre múltiples interpretaciones: puede entenderse como una afirmación de esperanza cristiana, una referencia a la legitimidad dinástica o incluso una declaración de confianza frente a la adversidad política que vivió Federico.

No se conocen otros libros de la época en los que aparezca este lema, lo que refuerza la idea de que fue ideado expresamente por el propio Federico como firma simbólica y expresión de su ideario personal. Su repetición, sin ser excesiva, funciona como una rúbrica visual, una manera de marcar la obra sin necesidad de recurrir a una dedicatoria explícita. El uso del latín, su brevedad sentenciosa y su contenido abierto a la interpretación refuerzan su fuerza simbólica y su carácter reflexivo.

10.4. Una calavera en lo alto del fastigio

En el fastigio que corona la miniatura del cortejo fúnebre (f. 242) aparece una calavera como motivo central. Este detalle, a la vez ornamental y simbólico, remite a la tradición del memento mori, recordando al lector la fugacidad de la vida y el sentido último de la oración por los difuntos. Su colocación en lo alto del marco refuerza el carácter espiritual del tránsito y lo sitúa por encima del dolor terreno representado en la escena. Es uno de los muchos ejemplos en los que el programa iconográfico combina belleza, simbolismo y profundidad teológica.


11. Bibliografía y Fuentes

El facsímil del Libro de Horas de Federico III de Aragón

La base visual y estructural de este trabajo parte del facsímil editado por la editorial cARTEm. Esta edición reproduce con extraordinario rigor el manuscrito original conservado en la Biblioteca Nacional de Francia (ms. lat. 10532). El facsímil está realizado sobre pergaminata de alta calidad, con encuadernación artesanal y detalles que imitan con fidelidad el volumen renacentista. Gracias a esta reproducción, es posible acceder al manuscrito en condiciones que respetan su tamaño, textura, secuencia y riqueza visual originales.

El volumen de estudios: Libro de Horas de Federico III de Aragón. Estudios

Toda la información histórica, artística, iconográfica y codicológica recogida en este documento procede exclusivamente del volumen de estudios incluido en la edición facsimilar. Este trabajo ha sido realizado por la profesora Teresa D’Urso, especialista en manuscritos renacentistas y conocedora profunda del códice. El estudio ha sido editado por Daniel Díez (dirección editorial) y Pedro Iribarnegaray (dirección técnica), con traducción del italiano a cargo de Marta Rota Núñez y revisión de Elena Hernández. La obra ofrece un análisis detallado del contenido textual e iconográfico del manuscrito, así como un recorrido completo por su historia, sus artistas, su estructura y sus particularidades estilísticas. Este volumen constituye la fuente principal para comprender el contexto y el valor del códice.

Información sobre la editorial cARTEm

Los datos referentes a la editorial, su trayectoria, filosofía y proceso de trabajo han sido obtenidos de los textos institucionales publicados por la propia cARTEm en sus diferentes medios. La editorial, fundada por Daniel Díez y Pedro Iribarnegaray, ha consolidado su prestigio internacional en el ámbito de la edición facsimilar de lujo. Su enfoque se basa en la fidelidad material, la excelencia artesanal y el respeto por el patrimonio cultural. Cada facsímil producido por cARTEm busca ser no solo una reproducción, sino también una experiencia estética y sensorial capaz de conectar pasado y presente. En sus obras confluyen historiadores, investigadores, traductores, fotógrafos, artesanos y técnicos, que colaboran para dar forma a ediciones únicas, rigurosas y emocionalmente significativas.


12. Consideraciones Finales

El Libro de Horas de Federico III de Aragón es una obra única dentro del vasto panorama de los manuscritos iluminados del Renacimiento. Su riqueza iconográfica, la calidad de sus miniaturas y su complejidad estructural lo convierten en una creación excepcional, no solo por su valor artístico, sino también por su capacidad para expresar de forma sutil y profunda la identidad de su comitente. A través de él se manifiestan la espiritualidad de un rey, su sensibilidad estética, su cultura humanista y su necesidad de afirmarse en un contexto político incierto. Esta dimensión simbólica se refuerza mediante la inclusión de escudos, empresas personales y lemas que funcionan como huellas visuales de su autoría y aspiraciones.

A lo largo de este estudio se ha podido reconstruir la historia de un códice que permaneció durante siglos sin reconocimiento ni identificación de su origen, y que gracias a la labor crítica y editorial de las últimas décadas ha vuelto a ocupar el lugar que le corresponde. El carácter incompleto con que nos ha llegado, paradójicamente ha resultado clave para el análisis de sus fases de producción y circulación, abriendo nuevas líneas de investigación sobre la movilidad de los manuscritos y su resignificación a lo largo del tiempo. Hoy, el manuscrito no solo es objeto de admiración por su belleza, sino también de estudio por lo que revela sobre el arte del libro, el poder simbólico de la imagen y la dimensión devocional de la realeza.

El manuscrito está situado en un cruce de estilos y significados: recoge la herencia medieval y se abre a los lenguajes del Renacimiento, combina lo íntimo con lo representativo, y refleja tanto la particularidad de su contexto como sus aspiraciones universales. Su pluralidad de estilos y su cuidada iconografía hacen de él un espacio visual de diálogo entre tradiciones y aspiraciones. En él se cruzan las manos de artistas diversos, las huellas de una liturgia particular y los signos de una vida marcada por la incertidumbre y la esperanza. Esa multiplicidad, lejos de generar disonancia, enriquece el conjunto y lo convierte en una destacada síntesis cultural representativa de su contexto histórico.

Gracias a la edición facsimilar de cARTEm, esta obra ha podido ser redescubierta no solo por especialistas, sino por todo aquel que se sienta atraído por el arte del manuscrito. Hoy es posible admirar su riqueza página a página, detenerse en sus detalles, y seguir el ritmo de oración y contemplación para el que fue concebido. Conservando su poder de conmover, este libro de horas sigue cumpliendo hoy su propósito: invitar al recogimiento, al asombro y a la contemplación, recordándonos que los objetos del pasado pueden seguir dialogando con el presente.


Deja un comentario